LA PARAFERNALIA DE UNA SERIE DE CULTO

Siete Reinos en Madrid

'Juego de tronos' abre una exposición con su 'atrezzo' y ofrece un ascenso virtual de El Muro

Exposición de la serie 'Juego de tronos'.

Exposición de la serie 'Juego de tronos'.

JUAN CARLOS ROSADO / MADRID

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Sentarse en el mismísimo trono desde el que se gobiernan los Siete Reinos en una de las series más laureadas de la historia televisiva es un lujazo que está al alcance de todos los que visiten desde el miércoles el Matadero de Madrid. Allí se ha montado una deliciosa exposición en la que se pueden contemplar los objetos más icónicos de la serie Juego de tronos, convertida en artículo de culto para millones de fans. A su religión preferida se pueden dedicar desde ayer y hasta el domingo los fieles devotos de la saga, que entrarán en éxtasis y se postrarán de hinojos ante los trajes, vestidos, espadas y hasta martillos utilizados para rodar la máquina de sus sueños. Y más si se les ofrece la posibilidad de ascender El Muro, en una aventura virtual que les dejará tan helados como las tierras de Poniente.

Entre otras golosinas, los fans podrán toparse con el vestido de novia de Margaery (tardaron más de 200 horas en elaborarlo), la mano de oro de Jaime Lannister, la ballesta que utilizó Tyrion para asesinar a Tywin Lannister y la espada de La Montaña, un arma de 25 kilos y 1,60 metros con la que se podrán fotografiar para envidia de sus correligionarios. También podrán sentir escalofríos mirando cara a cara al Caminante Blanco, una figura artificial que, como apunta la directora de márketing internacional de HBO, Elana Loewenthal, «ya no se utiliza porque ha sido sustituida por el diseño por ordenador». «Hemos querido situar las piezas en posiciones aptas para que se puedan hacer fotos con ellas», advierte Loewenthal, el alma máter de una exposición que ha pasado por Londres, Estocolmo y Tel-Aviv y que viajará a Berlín, Amsterdam y París.

Otra de las señas de identidad de esta curiosa muestra es su estrecha conexión con las nuevas tecnologías y las redes sociales. «Nuestra intención ha sido hacerla lo más interactiva y social posible», explica. A los asistentes se les brinda la posibilidad de posar ante un croma y hacerse una fotografía donde aparecerán transformados en Caminantes Blancos. Pero también podrán cambiar la nieve por fuego y prestarse a una grabación en la que parecerá que están siendo quemados por la llama de uno de los célebres dragones de la serie. Se les pide que escenifiquen lo que harían, pero algunos se lo toman muy en serio y sobreactúan. «Hubo una señora que empujó a su marido hacia donde iban las llamas», relata entre risas.

Desembarco final

Pero el plato fuerte llega al final, cuando el visitante se pone unos cascos y unas gafas especiales de 3-D para sentir cómo asciende El Muro. Frío, ceguera, vértigo y miedo cuando recibe bolazos de fuego son algunos de los síntomas. Al cruzar la puerta de salida, uno se siente aliviado por vivir en la corrupta y depauperada España del siglo XXI, donde el único Desembarco del Rey es el que se producía en verano, cuando el Monarca patrio viajaba a Mallorca.