Ada Colau, activista de profesión
A Ada Colau, portavoz y cara visible de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), no la conocían en Madrid. Por eso sorprendió tanto la contundencia de su intervención en el Congreso, el martes 29 de enero, durante la cual tildó de «criminal» a un representante de la banca. Antes había hecho una exposición detallada de la crisis de la vivienda, pero la descalificación fue lo más comentado. «Le hubiera tirado un zapato», agregó Colau, que días después no se arrepiente y dice que «votantes del PP» la han felicitado por lo que hizo.
Nadie ha establecido que sirva como medida, pero es un dato: antes de acudir a la Cámara baja, Colau (Barcelona, 1974) tenía 8.000 seguidores en Twitter. El viernes superaba los 20.000. Hace ya cuatro años que es la cara visible de la PAH, un colectivo que ha detenido más de medio millar de desahucios. Lleva mucho más tiempo centrada en la vivienda como problema y necesidad. Creció en el barrio barcelonés del Guinardó, en «una familia de clase media durante unos años, en seguida venida a menos». Es hija única de familia numerosa. Sus padres se separaron: de su madre tiene tres hermanas y de su padre, un hermano y una hermana. A su vez, tiene un hijo de 2 años con Adrià Alemany, su compañero, un economista con el que comparte lucha.
Formación académica
Colau estudió en un colegio del barrio y dice que heredó el activismo: su madre la llevaba a manifestaciones educativas. Después fue a la Academia Febrer, ya desaparecida, y a la universidad, donde estudió Filosofía. Le faltan dos asignaturas para acabar la carrera.
Su bautizo como activista le llegó joven, con motivo de la primera guerra del Golfo, en 1990. Dice que en la facultad encontró «una generación activista» que lo sigue siendo. Colau no recuerda en cuántos pisos ha vivido, casi siempre de alquiler. Se fue de casa cuando pudo, dice, después de un Erasmus que la llevó un año a Milán. No siempre en alquiler porque durante dos años lo hizo en espacios ocupados. Asegura que hace «vida de activista» desde el 2001.
Colau participó en la lucha antiglobalización y en la plataforma Aturem la guerra, con motivo de la segunda guerra de Irak, en el 2003, Fue, dice, un ensayo del nuevo activismo, no ligado a los partidos. Fue también el momento en que una serie de personas se propusieron trasladar el interés global por lo local, por los derechos sociales y especialmente por el de la vivienda. Ella ha estado en el Taller contra la violencia inmobiliaria y urbanística, en V de Vivienda y actualmente trabaja en la oenegé Observatori Desc, centrada en los problemas de la vivienda. Allí se gana la vida.
Ofertas de CUP e ICV
Como pasa casi siempre que alguien destaca, hay vaticinios de que Colau acabará en la política. La posibilidad existe: dice que CUP e ICV le ofrecieron ir en sus listas a las recientes elecciones autonómicas: «Dije que no». Dijo que no porque, como todo, lo consultó con la asamblea de plataformas. Algunos estaban de acuerdo, algunos no. Lo dejó estar. ¿Algún día dará el paso? «Será la asamblea quien lo decida».
No falta quien acusa a Colau de acaparar la imagen de la PAH. Ella replica: «Es importante que la gente vea que los cambios no se consiguen por la acción invididual de las personas».
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