El futuro de una zona agrícola clave (1)

Mucho más que verduras

Explotación de ovejas en un cercado cercano a los límites de Sant Just.

Explotación de ovejas en un cercado cercano a los límites de Sant Just.

C.M.D. / BARCELONA

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Esto no son cuatro campos. Este es, sin lugar a dudas, uno de los parques agrarios más peculiares del mundo. Autopistas que cruzan, alta velocidad ferroviaria, trenes de mercancías, Mercabarna, tendidos eléctricos, un canal olímpico, un aeropuerto internacional, un delta y cerca de cuatro millones de personas a su alrededor que a la vez son potenciales clientes. La agricultura del Baix Llobregat es un polo económico potente, con 600 explotaciones que dan trabajo a 1.500 personas. A pesar de lo que parece una evidencia, Raimon Roda, gerente del consorcio que gestiona estas cerca de 3.000 hectáreas, se queja de que quizás esta región no cuenta con el prestigio que merece como generador de negocio.

Barcelona no suele asociar su marca con el parque agrario a pesar de que lo tiene a menos de diez minutos en coche. No se escuchaba a Trias ni a sus antecesores sacar pecho en sus viajes al extranjero, en los que básicamente, al menos en la última etapa de CiU, se blandía el Barça y Gaudí. De hecho, el ayuntamiento de la capital catalana, a pesar de que controla el 51% de Mercabarna, no está entre los 14 que forman parte del consorcio. Podría argumentarse que no tiene tierras dentro del territorio, pero tampoco las posee L'Hospitalet y su consistorio sí está representado. «Quizás tendría sentido que formaran parte», desliza Roda. «Esto es único en el mundo. París quiso crear algo similar y no salió bien», pone como ejemplo, para poner en valor el Baix Llobregat.

El gerente compara el parque agrario con el distrito tecnológico 22@ o la Zona Franca, con la salvedad de que aquí «no hay fachadas, sino campos». Estas hectáreas de cultivo, defiende, son «un polo económico» que no debería ningunearse, pues producen anualmente cerca de 23.000 toneladas de alimentos que, en un 80%, se consumen en el área metropolitana. Es, de hecho, un producto mucho más cercano que lo que pueda salir de los polígonos, pues es probable que en muchas mesas de la provincia se sirvan verduras recogidas en las tierras de El Prat, Sant Boi, Gavà o Viladecans.

La importancia de esta zona agrícola puede resumirse en un solo dato: con todo lo que sale de esta lengua que va de El Papiol hasta Castelldefels se podría alimentar a 300.000 personas. De las 3.000 hectáreas de parque agrario, 2.087 son de cultivo, 60 de ellas en invernaderos. Las grandes explotaciones apuestan por Mercabarna, mientras que el pequeño payés intenta buscarse la vida por la vía de las cooperativas o la venta directa.

La lección de Eurovegas

El empresario Sheldon Adelson quiso instalar un casino en el Baix Llobregat. Eran unas 200 hectáreas, y aunque el plan exigía una delicada reforma del plan general metropolitano para recalificar los terrenos, la mayoría de los alcaldes comulgaron con la idea, en connivencia con el Govern. Difícil decirle que no en plena crisis a 17.000 millones de inversión. Aquello se quedó en nada porque aquel estrafalario hombre de negocios se llevó su idea a Madrid, pero sirvió para que mucha gente supiera de la existencia del parque agrario. Ahora falta, se desprende de las palabras de su gerente, que la zona sea tomada en serio. Aunque es justo exponer una premisa: quizás sea menester primero que los ayuntamientos y administraciones que forman el consorcio unan esfuerzos para dotarla de mayor músculo.