el pontificado del papa francisco

El Vaticano sopesa aceptar a los divorciados en la eucaristía

Sínodo de obispos celebrado en Roma el pasado octubre.

Sínodo de obispos celebrado en Roma el pasado octubre.

ROSSEND DOMÉNECH / ROMA

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Los divorciados católicos que vuelva a casarse o vivan de forma estable en pareja podrán participar en la eucaristía, previo paso por un recorrido de arrepentimiento. Los homosexuales deben ser tratados «con sensibilidad y delicadeza, tanto en la iglesia como en la sociedad». Las mujeres deben tener un mayor papel en la preparación de los jóvenes que vayan a contraer matrimonio, porque los curas, como es obvio, no son en realidad muy duchos en esa materia. Estas son las tres aperturas que se vislumbran para el sínodo de obispos que tendrá lugar en Roma del 4 al 25 del próximo mes de octubre, de acuerdo con el «borrador de trabajo» que ayer fue hecho público por el Vaticano.

Será entonces, en otoño, el momento en que se ponga en solfa todo cuanto los obispos discutieron el pasado año, durante un sínodo extraordinario dedicado a las familias, incluidas las «irregulares», pero será también la ocasión en que, dicho en lenguaje civil, se dilucidará quién gana el pulso, si vencerán las tesis del papa Francisco de ir al encuentro de las personas por «cómo son y no por cómo deberían ser» o, por el contrario, las de los conservadores, que en estos meses se han enzarzado en una larga pugna entre las tesis de la doctrina católica y la realidad.

El documento de base del próximo sínodo ha sido confeccionado a partir de los que los obispos debatieron el año pasado y con las respuestas al famoso cuestionario que Jorge Bergoglio hizo enviar a todos los católicos del mundo.

En el borrador se apunta que el matrimonio es solo heterosexual, que el aborto es la negación de la vida y que las instituciones internacionales no pueden subordinar las financiación de los países pobres a la condición de que introduzcan en su legislación las bodas gais. El texto insiste en la necesidad de una paternidad responsable a la hora de decidir si procrear o no un hijo, principio que ya se encontraba en la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI, en los años 60, célebre por haber negado el uso de los anticonceptivos.

Sobre los divorciados católicos casados que viven «una convivencia irreversible» y piden poder recibir la comunión, «existe un acuerdo común sobre la hipótesis de un recorrido de reconciliación o vía penitencial, bajo la autoridad del obispo», afirma el documento. Dicho «recorrido», que es análogo al que ya aceptan las comunidades ortodoxas del cristianismo, deber ser definido caso por caso. Para que esa innovación sea aprobada será imprescindible que se pronuncien a favor, como mínimo, dos tercios de los obispos que participarán en el sínodo.

PÁRRAFO SUPRIMIDO / Sobre las uniones homosexuales, el sínodo del pasado año subrayó en un primer borrador y de forma bien explícita que «no pueden ser equiparadas al matrimonio entre un hombre y una mujer», pero se constató que «hay casos en los que el mutuo apoyo hasta el sacrificio constituye un precioso sostén para la vida de la pareja». El párrafo provocó profundas disputas entre los obispos hasta el punto de que ese fragmento, al menos con esa redacción, desapareció del texto final. En el borrador actual se hace referencia a la «sensibilidad y delicadeza» citadas y se añade que es «deseable que los proyectos pastorales diocesanos reserven una atención específica al acompañamiento de las familias en las que viven personas con tendencias homosexuales».

«Por matrimonio se entiende el de entre un hombre y una mujer, abierto a la procreación, a pesar de que no significa que alguien deba ser marginado», explicó el ponente del sínodo, Peter Erdo.