INTERVENCIÓN VASCULAR COMPLEJA

Vall d'Hebron logra el trasplante de cara más difícil del mundo

El cirujano Joan Pere Barret muestra la extensión del tumor vascular que ocupaba el rostro del enfermo.

El cirujano Joan Pere Barret muestra la extensión del tumor vascular que ocupaba el rostro del enfermo.

ÀNGELS GALLARDO / BARCELONA

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El segundo trasplante de cara y cuello que el pasado febrero emprendieron los cirujanos del Hospital del Vall d'Hebron está considerado el implante de rostro de mayor dificultad asumido hasta ahora en todo el mundo. El paciente, un español de 45 años que se recupera en su domicilio y empieza a reiniciar el habla, fue analizado, y declarado inoperable, en todos los centros sanitarios en los que pidió ayuda, entre ellos, la Clínica Mayo y el Hospital de Harvard, ambos de Estados Unidos.

Su vida estaba amenazada por un tumor en constante crecimiento formado por una desordenada masa de venas y arterias que le aplastaban la faringe, inutilizaban la lengua y le deformaban completamente el rostro. Cualquier gesto, rompía alguno de esos vasos y causaba unas peligrosas hemorragias por las que había de ser hospitalizado, operado y reanimado, siempre de inmediato. La hemorragia podía ocurrir en casa, caminando por la calle o durmiendo.

Esas imprevisibles roturas de vasos sanguíneos fueron, precisamente, del motivo por el que se rechazaba a este paciente cuando solicitaba ser intervenido. Lo intentó en hospitales de Europa y EEUU, antes de llegar al Vall d'Hebron. «Existía el riesgo, alto, de que sangrara en exceso y muriera en la mesa de operaciones. Y él lo sabía», explicó ayer Joan Pere Barret, responsable de cirugía plástica en Vall d'Hebron y coordinador del equipo que emprendió la intervención. «Le informamos de que había un 20% de posibilidades de que no saliera con vida, y él lo asumió. Tal como estaba, no podía vivir», añadió Barret.

A principios del 2013, el paciente quedó en lista de espera de un donante de rostro compatible con su perfil inmunológico. En estos dos años, no se ha movido de Barcelona, siempre preparado para salir corriendo hacia en Vall d'Hebron y entrar en quirófano. La familia de un fallecido accedió finalmente a la donación y el equipo médico entró en acción. Fueron 45 profesionales, que operaron durante 27 horas.

La extensión e invasión del tumor vascular era tan desproporcionada que los cirujanos optaron por no intentar su extirpación aislada. «Extrajimos en bloque toda la zona a trasplantar: cara, cuello, boca, lengua y faringe -explicó Barret-. Todo de una pieza. Fue realmente complicado, y muy lento». «Lo más difícil -prosigió-, fue cortar los vasos sanguíneos ligados al tumor sin causar demasiada hemorragia. Cortamos y extirpamos uno a uno, y el neuroradiólogo los fue sellando, con una máquina cauterizadora intervencionista que los taponaba inmediatamente. Sangró bastante, y se le estabilizó con transfusiones». El paciente salvó la vida. La operación fue un éxito.

El tumor vascular que acabó cuestionando la vida de este enfermo estaba alojado bajo su lengua el día que nació. Era microscópico, y apenas creció durane 20 años. A esa edad, empezó a agrandarse. «Podía haber seguido toda la vida diminuto» dijo el médico.

La perspectiva a que se enfrenta ahora este paciente es similar a la de cualquier receptor de un órgano en trasplante: deberá tomar fármacos inmunosupresores y mantener una vida aceptablemente sana. A esto, el enfermo del Vall d'Hebron debe añadir el aprendizaje del habla y la deglución. Ha de encontrar, y manejar con agiliadad, el mecanismo de masticación de los alimentos, y deberá entrenarse en tragar sin interferir con la respiración. Los médicos calculan que invertirá un año en esa rehabilitación. De momento, ya se hace entender, aseguró Barret. «Nos podemos relacionar -dijo el cirujano-. Nos habla, de alguna forma, y captamos lo que quiere decir».

diferencia del primer trasplante de cara realizado en el Vall d'Hebron, este paciente conserva su propia frente. El primero, intervenido en el 2010, cambió totalmente el rostro. Recibió de un donante pómulos, nariz, labios y maxilar superior e inferior. Fue la primera intervención de estas características en el mundo. Aquél hombre, que tiene 36 años, reinició su vida con una nueva cara. Ahora está bien.