pUBLICADO EN el peRIÓDICO EL DÍA 4 DE junio

Tras Fukushima, el gas

Inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, en Fukushima, la semana pasada.

Inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, en Fukushima, la semana pasada. / ARCHIVO

María Jesús Ibañez

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Entre discusiones, sesudos debates y reactores atómicos bajo sospecha emerge una alternativa. Si finalmente se revisa el actual modelo energético, como piden algunos tras la catástrofe de Fukushima, ¿cómo se seguirá cubriendo la demanda? Si se apagan las centrales nucleares y se prescinde del petróleo, los expertos opinan que la solución pasará, al menos provisionalmente, por el uso de una energía de transición: el gas natural, un suministro mucho más limpio que el resto de combustibles fósiles convencionales. En los últimos años, el gas ya está tomando un importante impulso como generador de electricidad, con la creciente puesta en marcha de centrales de ciclo combinado.

Con sus ventajas y sus inconvenientes, el gas podría convertirse en el principal productor de energía eléctrica mientras se alcanza el sistema 100% renovable, que algunos consideran posible en el 2050.«El gas es, en estos momentos, la energía que mejor permite cubrir la potencia de respaldo de las renovables»,explica Aurèlia Mañé, profesora de Política Económica de la Universitat de Barcelona (UB). Su papel, coinciden los expertos, debe ser el de«energía de acompañamiento», mientras se desarrollan e implantan otros sistemas energéticos no contaminantes.

«Será difícil prescindir de los hidrocarburos antes de 25 años»,objeta Mariano Marzo, catedrático de Estratigrafía y profesor de Recursos Energéticos de la UB. Pese a sus reparos, Marzo admite que el sistema actual se hará insostenible«por una simple cuestión de agotamiento de las reservas de crudo»,de modo que considera que las autoridades competentes harían bien en aprovechar la coyuntura actual para empezar a preparar la sustitución de una energía por otras. «Las renovables y el gas natural son cada vez más eficientes»,agrega.

Vehículos limpios

Y, en el caso del gas, no lo es solo para la producción de electricidad. Natural o licuado, está también cobrando fuerza como carburante para vehículos, especialmente de transporte colectivo. Vistos los efectos indeseados que las emisiones de óxidos de nitrógeno de los motores diésel tienen sobre la calidad del aire, cada vez más ayuntamientos apuestan por renovar las flotas de camiones de recogida de basura y de autobuses urbanos con vehículos propulsados por gas. También se incorporan vehículos eléctricos, pero su despegue está siendo más lento.

«Los autobuses y los camiones que funcionan con gas natural reducen en el 80% las emisiones de dióxido de nitrógeno, y las de partículas en suspensión, en el 95%»,asegura Josep Codorniu, director de Soluciones Energéticas de Gas Natural Fenosa. Y aún más: las emisiones acústicas se reducen a la mitad. El problema que se encuentran quienes quieren apostar por este sistema, indica Codorniu,«es la inversión que suponen estos vehículos y las infraestructuras de recarga».Para compensarlo, sugiere el técnico, sería conveniente que se establecieran ayudas gubernamentales temporales.