Los efectos en la economía familiar

Tijeretazo al mes de septiembre

JOSÉ ANTONIO AMORES
BARCELONA

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Como si de los presupuestos generales del Estado se tratara, miles de familias andan estos días exprimiéndose las neuronas, calculando hasta el último céntimo el dinero disponible para afrontar la tan temida vuelta al cole. Algunas -las menos- han sido previsoras y observan la situación con la tranquilidad de quien tiene los deberes hechos. Pero la gran mayoría lo ha dejado todo para última hora y por eso toca inventarse mil y una triquiñuelas para hacer la cuesta de septiembre lo más llevadera posible. Aunque eso conlleve recortar un poquito de aquí y un poquito de allí. Si al final consiguen cuadrar las cuentas, más de uno podría postularse en un futuro como ministro o conseller.

Lorena Aguilera pertenece al grupo de los que optaron por adelantar las compras escolares a julio.«Quería evitar las aglomeraciones que se producen en septiembre»,argumenta. En aquel momento pagó 75 euros por los libros de su hijo. Ahora elude mirar los precios:«No los he comparado. Imagino que estarán más o menos igual».

Pero lo cierto es que, dependiendo de dónde y sobre todo de cuándo se compren, el precio de los libros puede variar. Así, Gabriel Puig, padre de dos hijos, los encargó al colegio al finalizar el curso pasado y por eso le aplicaron una rebaja del 10%. En general, los libros de texto se convierten en el principal quebradero de cabeza de muchos padres porque, como afirma David Zarzoso,«se pagan de golpe y es mucho dinero».

Resignadas a pagar religiosamente lo que toque por los libros, algunas familias intentan equilibrar su presupuesto recortando en el servicio de comedor. No todas pueden hacerlo, porque en muchos casos es imposible conciliar el horario laboral con el familiar.«Son 250 euros que ahorramos cada mes»,comenta Raquel Reyes, madre de dos hijos. Ella está en paro y, por tanto, podrá«ir a recogerlos y preparar la comida en casa». Carlos Espinales es padre de trillizos y no se puede ni siquiera plantear apuntarlos al comedor.«Los gastos de cualquier padre yo los tengo por triplicado. Iré a buscarlos yo y comerán en casa»,afirma resignado. Afortunadamente para él, sus hijos van a un colegio del barrio y el gasto en transporte es cero.

La tarjeta de transporte

Para los que tienen que desplazarse se abre otra fuga del presupuesto. Para poder reducir también estos gastos son varios los progenitores que optan por la tarjeta de transporte T-12, válida para niños de 4 a 12 años.Irina Cabassés es uno de esos ejemplos:«Pagas 35 euros al tramitarla, y tienes un número ilimitado de viajes. Luego, cada renovación es gratuita hasta que cumplan los 13».Roser Martínez lleva este tijeretazo al límite:«Hemos recortado en transporte. Siempre que podemos vamos a pie».

Otro de los motivos de queja para los padres son las actividades extraescolares y su elevado precio.«Antes mi hija hacía música, pero era muy caro y no había mucho interés por su parte»,añade Martínez, que ya ha recortado por ese concepto. Aunque al igual que sucede con el comedor, son varios los padres que no tienen alternativa para sus hijos cuando acaban las clases.

Cuando esos trucos no son suficientes para capear el temporal, otra formas que tienen las familias de ahorrar es recortando al máximo el gasto en ropa y material escolar. Gabriel Puig aprovechará las batas de dibujo y el chándal de su hija mayor, que hará primer curso de primaria, para el hermanito, que este año comienza P-3. Al ser niño y niña no pueden reutilizar la mayor parte de la ropa, ni siquiera la bata del resto de clases, puesto que la de las niñas es diferente a la de los niños.«Es una cursilada que a estas edades ya les hagan vestir de forma diferente», se queja.

Y si aprovechar la ropa de los hermanos mayores no es posible, siempre queda la posibilidad de repartir las compras a lo largo del año.«Voy comprando solo lo necesario, y aprovecho al máximo las rebajas»,comenta Marta Serra, que además se ahorrará comprar mochilas nuevas porque«este año toca mantenerlas. Se acabó ir a la moda».