BATALLA PERMANENTE

El tabaco mata cada hora

À. G.
BARCELONA

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Los oncólogos que atienden a quien sufre cáncer de pulmón -que en el 90% de los casos tiene por origen el consumo de tabaco-, los técnicos que mantienen frescos los argumentos con que disuaden a quien está a punto de encender un pitillo, y los sanitarios que ofrecen terapia antitabaco a los fumadores que buscan ayuda -tratamiento con el que cada año dejan el tabaco más de 70.000 personas en Catalunya-, observan desde hace meses horrorizados el avance del cigarrillo electrónico, un producto sin la carga impositiva que grava el tabaco y que, al margen de las tiendas especializadas, también se vende en los estancos. «Estamos viendo con el e-cigarrillo las mismas estrategias de publicidad que hace 30 años siguieron los productores de tabaco», afirmó ayer Antoni Mateu, director de la Agència de Salut Pública de Catalunya (ASPC).

Temen que el cigarrillo de vapor devuelva la lucha antitabaco, nunca detenida, a la situación de los años 80 del siglo pasado, cuando más del 60% de la población española era fumadora -ahora lo es el 30%- y cuyas consecuencias, en forma de múltiples cánceres, se atienden en la actualidad. «El tabaco causa más de una muerte cada hora en Catalu-

nya e interviene en unas 25 enfermedades, entre ellas los cánceres de pulmón, laringe, vejiga y esófago

-indicó el director de la ASPC-. Los fumadores acortan su vida en una media de 10 años». Todos esos procesos están vinculados a la nicotina y los compuestos tóxicos cancerígenos, los mismos elementos que son citados al aludir al e-cigarrillo. Pero, como sucede con el tabaco, que las compañías tabacaleras siguen asociando al placer y el glamur en sus mensajes, los vendedores del vaporizador elogian el diseño -múltiple y diverso- de los dispositivos.

INHALADOR PASIVO / El vapor blanco del e-cigarrillo, la nube húmeda que sale del pulmón de quien lo consume y que también inhalan sus acompañantes, contiene nicotina en unas concentraciones variadas -de 6 a 100 miligramos-, vapor de agua y un largo listado de componentes definidos por la ASPC como cancerígenos: formaldehídos, acetaldehídos, acroleínas, nitrosaminas y metales pesados, además de propinelglicol -un alcohol utilizado como aditivo en alimentos y fármacos- y aditivos con sabores que recuerdan al del chocolate, la menta, la regaliz o la fresa.

No existen investigaciones exhaustivas, elaboradas con grandes cantidades de población, sobre el efecto del consumo cotidiano del e-cigarrillo -el Institut Català d'Oncologia (ICO) está en ello-, pero sí análisis preliminares que advierten del efecto del dispositivo. «Provoca en los pulmones del usuario unos efectos a corto plazo similares a los observados en los fumadores de tabaco, es decir, pérdida de capacidad pulmonar -indicó Carme Cabezas, de la ASPC-. No sabemos cómo afectará a medio y largo plazo».

LOS EFECTOS DE LA PROHIBICIÓN / No esperan que la prevista limitación legal del consumo del cigarrillo electrónico reviva las apocalípticas advertencias que precedieron a la aprobación de la ley española antitabaco, del 2010 en su última y definitiva versión. Quienes anunciaron el inminente fin del negocio de la restauración catalana y española y el cierre masivo de bares y cafeterías, provocados por la prohibición de fumar en esos establecimientos, se equivocaban. Sus temores empezaron a desvanecerse en la mañana del 1 de enero del 2011, cuando entró en vigor la ley, un par de años después de que ya se hubiera eliminado el humo de los lugares de trabajo, los comercios y los espacios cerrados. «No ha pasado nada de todo aquello, y tampoco pasará con la prohibición del e-cigarrillo», avanzó Mateu.

De momento, la Generalitat pretende prohibir, antes de que acabe el  2013, que el cigarrillo electrónico se consuma en todos los edificios que son de su competencia: hospitales, CAP, escuelas, bibliotecas, museos, centros de arte o cualquier otro espacio público, además de los propios de la Administración. Esperan que los ayuntamientos catalanes se adhieran a esta decisión y extiendan la prohibición a sus ámbitos. También quedará prohibida la venta del vaporizador a los menores de 18 años, y se difundirán las advertencias sanitarias que hasta ahora no existían.

Los establecimientos que solo venden e-cigarrillos habrán de abandonar sus «infundados» mensajes sobre la eficacia del dispositivo para abandonar el consumo de tabaco, advirtieron desde la ASPC, pero podrán mantener su negocio.