GALARDÓN CIENTÍFICO
Robots del tamaño de virus
El químico Samuel Sánchez gana el premio Princesa de Girona de Investigación por el desarrollo de dispositivos microscópicos que pueden avanzar por el agua o la sangre de forma autopropulsada
Samuel Sánchez, un joven químico especialista en nanotecnología, diseña y fabrica unos dispositivos solo visibles al microscopio con un potencial fascinante. Se trata de una especie de nanosubmarinos con forma de hilo, esfera o tubo que pueden circular por el agua, la sangre o cualquier otro fluido y alcanzar su objetivo de forma autopropulsada, es decir, sin necesidad de combustible. No necesitan que nadie los impulse porque avanzan reaccionando -¡catálisis!- con los diversos materiales que encuentran a lo largo del camino. Ahora son del tamaño de bacterias (50 micras, 50 milésimas de milímetro), pero aún aspira a llegar más lejos. «Queremos desarrollar máquinas del tamaño de virus que puedan avanzar por la sangre, penetrar en las células cancerosas y descargar un fármaco que las elimine», pone como ejemplo Sánchez, investigador del Institut de Bioenginyeria de Catalunya (Ibec).
Estos dispositivos se hallan en efecto en fase experimental, pero en absoluto son un cuento de ciencia ficción, sino una prometedora línea de investigación que ya ha alumbrado diversos artículos en revistas de impacto y una patente. Todo ello le valió ganar en el 2014 el título de Innovador del Año en España según la revista MIT Technolog Review, al margen de obtener un contrato ICREA de la Generalitat, y ahora le ha hecho merecedor del Premio Fundación Princesa de Girona de Investigación 2015. El jurado destacó que el trabajo de Sánchez «ha sido especialmente relevante en el diseño pionero de nanorrobots que podrían mejorar la liberación precisa de fármacos, además de tener potenciales aplicaciones medioambientales». Los premios reconocen la trayectoria innovadora y ejemplar de jóvenes de entre 16 y 35 años.
Entre Barcelona y Stuttgart
Sánchez (Terrassa, 1980) compagina desde este año la dirección de sendos grupos de investigación en el Ibec, en Barcelona, y en su anterior destino, el Instituto Max Planck de Sistemas Inteligentes, en Stuttgart (Alemania). Ahora se encuentra volcado en el desarrollo de nanotubos para aplicaciones ambientales. «Al igual que en la sangre podrían avanzar hasta las células tumorales, los nanorrobots podrían emplearse para atacar las moléculas contaminantes en caso de vertidos y, muy especialmente, llegar a lugares inaccesibles con medios convencionales», pone como ejemplo. El científico del Ibec opina que podría ser un sistema muy rápido. Sin embargo, para una limpieza eficiente, ¿no serían necesarios millones de nanorrobots? «Está claro que aún debemos mejorar la funcionalidad e incluso modificar el material para evitar posibles toxicidades, pero no creo que la producción vaya a ser un problema. Ya los fabricamos por miles». «Aunque no quiero poner la mano en el fuego,
«Ahora los estamos desarrollando para varios usos. Para que sean reciclables -dice Sánchez-. «Podemos echarlos en el agua, limpiar los contaminantes sin energía externa y recuperarlos con campos magnéticos (imanes)». Podrían servir para cinco usos sin desgastarse.
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