FENÓMENO EN AUGE

Por un plato caliente

Matrimonios de ancianos y jóvenes en paro empiezan a acudir a comedores sociales

M. J. I.
BARCELONA

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Él camina con un yogur en la mano. Ella, con una caja de zapatos y una bolsa de supermercado en cuyo interior se adivinan unas piezas de fruta. Su aspecto es arreglado. Se diría que forman una típica pareja de clase media-baja, entrada ya en los cincuenta. A pasos cortos, se alejan de la iglesia de Sant Agustí, en el barrio del Raval de Barcelona, pero se paran cuando llegan a la primera esquina. Ella saca los zapatos de la caja -negros, con dos dedos de tacón- y se los prueba.

Son usuarios, aunque inicialmente lo niegan, del servicio que las Misioneras de la Caridad tienen junto al antiguo convento agustino, un comedor social que cada día reparte comida caliente gratuita a casi 400 personas.

El hambre en Barcelona es cada vez más poliédrica. Los usuarios habituales del servicio«son prostitutas, alcohólicos y drogadictos, personas que duermen en la calle... Pero últimamente estamos recibiendo también a familias con niños, matrimonios mayores y jóvenes que acaban de perder su trabajo y que llegan a disfrazarse con andrajos para venir aquí», relata Josep Maria, voluntario del comedor. Junto al muro lateral de Sant Agustí, varias decenas de comensales atienden su turno en sillas plegables, sentados sobre sus mochilas o en un sofá azul que alguien debió colocar para hacer más cómoda la espera.

Ese perfil cada vez más desdibujado preocupa a quienes trabajan en el ámbito de la atención social.«Ahora es más difícil recuperar a las personas que se encuentran en situación de exclusión: si antes era complicado que entrasen en el mercado laboral, en estos momentos, con el paro que hay, es ya imposible»,observa Enric Morist, coordinador de Creu Roja en Catalunya. Y advierte:«Este 2011, otras 800.000 personas dejarán de cobrar el subsidio de desempleo en España porque ya llevan dos años en el paro».La cantidad de familias que pueden verse en situación de riesgo va camino de aumentar.

Otro colectivo que crece y que también preocupa es el de«la gente con formación que ha perdido su empleo estos últimos años»,explica Juana Martín, responsable de los departamentos de Ciutat Vella-Poble Sec y de Migración en Cáritas Diocesana de Barcelona. Muchos de ellos, precisa, proceden del sector de la construcción, «y no son solo simples peones o albañiles».

Salir adelante

¿Es posible salir adelante cuando has tocado fondo?«Conozco a mucha gente que lo ha conseguido, pero es necesario que acepten un acompañamiento, que no se dejen vencer y que la sociedad les dé también una oportunidad», responde Martín.

Otra fila de espera. Esta frente al colegio de las Hijas de la Caridad, en el Eixample barcelonés. Entre los turistas que encarrilan el último tramo a la basílica de la Sagrada Família, una veintena de hombres atienden por un bocadillo para el desayuno. Las monjas prestan el servicio sin ayuda de ninguna administración, simplemente«porque la congregación lo ha hecho así toda la vida»,cuentan.

Entre los usuarios -cunde el recelo cuando el fotógrafo se les acerca-, un joven de apenas 30 años explica que lleva ya unos meses en el paro. Por lo que cuenta, debió dedicarse a las finanzas, aunque evita entrar en detalles.«¿Sabe usted lo que más me preocupa en este momento? Pues perder la razón y acabar como ellos».Y apunta con el dedo hacia un grupo de borrachos que ríen a carcajadas.