CARLES ANDREU. 'TREPAT' EN LA CONCA DE BARBERÀ

El poder de una uva ligera

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FOTOS: JOAN REVILLAS Y MARC VILA

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De familia viticultora desde el siglo XVIII, Carles Andreu comenzó como bodega en 1991. En el 2004, en pleno auge de los vecinos tintos del Priorat, quiso lanzar al mercado un nuevo vino con una variedad un tanto proscrita pero autóctona del lugar: la trepat, de uvas grandes y racimos compactos, que se destinaba solo a los vinos rosados o a rebajar algunos tintos. «Ni los payeses ni los elaboradores le tenían aprecio, porque daba poco color y tenía poca produccion, pero yo pensé que tampoco la pinot noir tiene mucho grado ni mucho color y se hacen vinos magníficos en la Borgoña».

El primer Carles Andreu Trepat se embotelló en el 2004, con seis meses en barrica de roble francés y seis más de crianza en botella. Este año saldrá la cosecha del 2013. «Es un vino tinto  de cepas viejas, de más de 50 años, y de muy poca producción. Las uvas hay que recogerlas a mano y con cierta sobremaduración».

El resultado es un vino muy singular, afrutado y ligero, que ha merecido el interés de los críticos y que resulta algo difícil de encontrar por su poca producción y la demanda exterior, pese a no ser una uva conocida en el extranjero.

Andreu elabora también sus trepats para hacer cava rosado. La DO Cava ha autorizado la variedad para hacer la variedad rosada del espumoso catalán a propuesta de Freixenet. Era una alternativa al pinot noir que promovía Codorniu para hacer cava o incluso al sumoll, que algunas pequeñas bodegas del Penedès están lanzando.

En el mérito de Andreu, hay que apuntar haber visto el futuro del trepat más allá de las modas. «Lanzar un vino como este en el 2004, en pleno boom de los vinos de Priorat potentes y estructurados, tenía un mérito. Hay quien dijo que estábamos locos. Pero bueno, nos gusta experimentar», afirma.

El tiempo pone al vino y a la gente en su sitio.