Los efectos de la recesión económica en la salud

La pobreza engorda

Una mujer en una calle de Barcelona.

Una mujer en una calle de Barcelona.

ÀNGELS GALLARDO
BARCELONA

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Sin llegar al punto crítico de la pobreza extrema, que da lugar a poblaciones esqueléticas, la crisis que arrastra Catalunya desde hace cinco años ha empezado a modificar la salud nutricional de la población más afectada por la penuria económica, un colectivo mal alimentado en el que aumentan el sobrepeso, la obesidad y la malnutrición. Así lo refleja la Enquesta de Salut 2011, que ayer difundió la Conselleria de Salut, una investigación que también constata el repunte de la población que consume tabaco. «Lo avanzado en Catalunya entre el 2002 y el 2006, el periodo en que más descendió el número de fumadores, se ha perdido en los tres últimos años a consecuencia de la crisis -explicó ayer Carme Cabezas, subdirectora de Promoció de la Salut-. Está comprobado que quien pierde el trabajo y no ve una salida, consume más tabaco para calmar la ansiedad».

El sobrepeso y la obesidad, dos fenómenos directamente relacionados con la enfermedad cardiovascular y el infarto de miocardio, afectaban en el 2011 al 50,3% de la población catalana de 18 a 74 años, el 3% más que en el 2010. Ambos fenómenos inciden en la población con menos recursos y mayor desesperanza, que opta por la comida fácil de preparar, necesariamente barata. «La malnutrición y la obesidad están relacionadas con las clases sociales más bajas, de menor nivel cultural o educativo y, en un momento de crisis, esto se tiene que notar», afirma Cabezas.

El exceso de peso y la obesidad crecientes no son consecuencia de un mayor consumo de platos precocinados, explican los expertos, sino de una mala elección de la comida, que podría ser barata y saludable. «Comprar un plato de canelones preparados resulta caro -advierte Susan Webb, endocrinóloga especializada en obesidad del Hospital de Sant Pau, de Barcelona-. Cuando no hay dinero, se buscan las cosas más baratas: pan con mortadela o fuagrás, pizzas congeladas o bocadillos de chorizo. Esa dieta, en la que desaparecen las proteínas de la carne, el pescado o los huevos, es desequilibrada, causa desnutrición y hace engordar».

No obstante, en periodos de empobrecimiento se puede acceder a una dieta perfectamente saludable, apunta Cabezas. «Las legumbres, que contienen proteínas y son saciantes, más la fruta y verduras de temporada, tienen precios bajos y son muy saludables -explica-. El pescado de cada estación del año es barato y gustoso, porque va del mar a la pescadería. Solo se trata de invertir un poco de tiempo en comprar y cocinar». Lo inalcanzable, añade, son los productos importados o de fuera de temporada.

La dietista Coco Vilarasau, que supervisa la nutrición de los enfermos que llegan al Hospital de Bellvitge, entiende que el sobrepeso y la obesidad no tienen por qué ser la consecuencia directa de la pobreza. «Es más barato hacer un buen caldito en casa que ir a un restaurante -asegura Vilarasau-. Otra cosa es que la crisis cause ansiedad y depresión, porque esos problemas sí que inducen a comer más, y sin pensar qué».

COMER Y QUEMAR / El aumento de sobrepeso y obesidad detectado en Catalunya choca con el axioma que dice que gana peso quien ingiere más calorías de las que quema a partir de su actividad o del ejercicio físico, ya que, en paralelo al incremento de población que ha engordado, ha crecido la cifra de quienes practican algún deporte. Aunque en la actualidad hacen ejercicio físico un 20% más de ciudadanos que en el 2006, el 24% siguen siendo sedentarios.

Con o sin crisis, lo cierto es que la dieta sana y equilibrada tiene más seguidores entre las personas mayores que entre los ciudadanos que mantienen una actividad que limita el tiempo y causa estrés. Solo el11% de la población, la mayoría de más de 45 años, cumple con la consigna dietética que sugiere tomar a diario cinco piezas de fruta o verdura. Las campañas escolares y los eslóganes que buscan incidir en esa dirección aún están lejos del éxito, reconoce Cabezas. «Hemos explicado a más de 350.000 escolares la importancia de las cinco raciones de fruta y verdura -asegura-. El eslogan A la nostra escola les fruites entren soles ha llegado a casi todos los centros, pero cuesta».

Si los problemas económicos se mantienen o agravan, la salud seguirá reflejando sus consecuencias, coinciden los especialistas. «Si la crisis sigue adelante, es de prever que seguirá aumentando el sobrepeso de la población», advierte Cabezas, que insiste en la importancia de fijar la atención en la comida «de mercado, de proximidad». «Las naranjas, compradas en su temporada, no son caras, y son excelentes -insiste-. Hay que evitar la fruta exótica, importada, cara y menos gustosa».