SALUD VISUAL

Un futuro borroso

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ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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El 70% de la población sufre picores en los ojos, enrojecimiento de las pupilas y visión borrosa, situaciones que muy a menudo derivan en dolores de cabeza y malestar general, debido a un uso excesivo y sin interrupción de las pantallas de ordenador, consolas, móviles, televisores y otros dispositivos electrónicos. Todos estos síntomas, característicos del llamado Síndrome Visual Informático (SVI), han aumentado exponencialmente en los últimos años, sobre todo entre la infancia y la juventud, que son justamente las edades más sensibles, y ahora amenazan con engendrar un mundo lleno de miopes. «Pasarse horas mirando de cerca, sin apenas descansar, no solo ocasiona el SVI, sino que es un factor de riesgo para otras afectaciones de la visión como la miopía y la presbicia», resume Joan Gispets, decano de la facultad de Óptica y Optometría de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), en Terrassa.

Gispets, en compañía de Alfons y Lluís Bielsa, presidente y vicepresidente del Col·legi Oficial d'Òptics i Optometristes de Catalunya, presentó ayer en Barcelona una campaña para fomentar el buen uso de las nuevas tecnologías. El decano recordó que la prevalencia de la miopía entre los estudiantes de la UPC -un 50%, aunque no todos llevan gafas- ya es superior a la media de la población adulta de Catalunya, que oscila entre el 30% y el 40%, una circunstancia que no dudó en atribuir al uso excesivo de pantallas. «La miopía puede tener un componente genético, pero lo que la dispara al final son los factores ambientales -añadió Gispets-. En Hong Kong ya se está hablando de un 90% de adultos afectados, mientras que en las tribus amazónicas están en un 3%».

El sondeo

La cifra del 70% de afectados por el SVI en Catalunya procede de una encuesta realizada por el colegio de ópticos a 1.400 personas de 14 a 70 años. En líneas generales, las afectaciones más corrientes son la fatiga visual (49% de los encuestados), sequedad de ojos (27%), picor (20%), enrojecimiento (10%), lagrimeo (9%) y visión doble (9%). Todo ello, prosiguen los especialistas, es el resultado de un tiempo excesivo ante la pantalla. Lo recomendado es no pasar de las dos horas diarias, pero como eso es imposible para buena parte de los urbanitas que trabajan en oficinas, como mínimo se ha de intentar efectuar pausas, mantener una buena iluminación, forzar el parpadeo, desviar ocasionalmente la vista hacia objetos lejanos y sentarse en una postura más ergonómica, entre otros consejos.

Según la encuesta del colegio profesional, los menores de 30 años son los que más tiempo pasan ante pantallas (de todo tipo), con una media de 10 horas diarias, y a continuación se sitúa las franjas de edad de 31-45 años (9,3 horas) y de 46-60 años (8,3). Sin embargo, incluso los mayores de 60 pasan una media de 3,8 horas diarias, superior a las dos recomendadas. «Las cifras son escandalosas», dijo Alfons Bielsa,

Cambio de vida

El decano Gispets recordó que la alfabetización y luego las nuevas tecnologías han ocasionado un cambio radical en los hábitos de visión: «La vista humana está diseñada para ver bien de lejos -explicó-. Hace apenas un siglo, la mayoría de la población vivía en el medio rural y se dedicaba a trabajos que requerían una visión de lejos, por lo que los ojos estaban relajados durante casi todo el día. Ahora ya no es así, está claro».

«Las pantallas -añadió Alfons Bielsa- obligan a los ojos a hacer un sobreesfuerzo constante en unas condiciones extremas que muchas veces se traducen en una sobrecarga». Además, lamentó Bielsa, a menudo se piensa que una buen visión es ver bien de lejos, «pero no solo es eso». «En las pruebas que se efectúan en las escuelas se olvida a menudo la visión de cerca. Problemas de lectura y de estudio pueden estar ocasionados por este problema».

La UPC, avanzó Gispets, trabaja en el desarrollo de un sistema informático que avise al usuario cuando supera el tiempo aconsajable ante la pantalla y, al mismo tiempo, le ayude a reeducar la distancia de visión y el parpadeo. En cualquier caso, concluyó el decano, es una obviedad que todos estos abusos no llevan a nada bueno, pero hay pocos estudios «y es necesario seguir investigando».