JUICIO EN BILBAO

Peticiones de 40 a 45 años para el falso shaolín por dos asesinatos

Juan Carlos Aguilar, ayer, en un momento de la sesión judicial.

Juan Carlos Aguilar, ayer, en un momento de la sesión judicial.

EL PERIÓDICO
BILBAO

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El fiscal y las acusaciones particulares y populares en el juicio contra el falso monje shaolín Juan Carlos Aguilar han pedido penas de entre 40 y 45 años por el asesinato de dos mujeres en Bilbao, en el 2013. Los alegatos de las acusaciones en el juicio que se celebra desde el viernes en la Audiencia de Vizcaya consideran a Aguilar un «asesino en serie, que disfrutaba y se excitaba vejando, humillando y matando a mujeres».

Aguilar, que regentaba un gimnasio en Bilbao, fue detenido después de que una de las víctimas, Maureen Ada Otuya, que había permanecido unas 12 horas secuestrada en el local, lograra zafarse del agresor y llegar hasta la puerta para pedir auxilio. Una vecina oyó los gritos y llamó a la Ertzaintza. Aguilar fue detenido y la joven, trasladada al Hospital de Basurto, donde ingresó ya en coma y falleció días después.

«Su detención frenó una masacre», ha resaltado la letrada Maite Iturrate, de la acusación popular, quien ha añadido que elegía como víctimas a «presas fáciles» en exclusión social o con un entorno problemático. El acusado contactó el 1 de junio con la colombiana Jenny Sofía Rebollo, de 40 años, y el día 2 con la nigeriana Maureen Ada Otuya supuestamente para mantener relaciones sexuales. En ambos casos, este experto en artes marciales las llevó a su gimnasio y las torturó durante horas. Según los forenses, a Jenny la descuartizó tras matarla, mientras que Ada Otuya falleció, finalmente, por las lesiones y las consecuencias del estrangulamiento.

El acusado ha reconocido los dos asesinatos con alevosía, pero no la agravante de ensañamiento que piden las acusaciones particulares en nombre de las víctimas y la acusación popular, en representación de la asociación Clara Campoamor.

El fiscal, que pide una pena total de 40 años de cárcel (20 por cada asesinato), ha destacado que los hechos «representan la maldad en sí misma» y que el acusado sabía lo que hacía, aunque ha reiterado su postura de no añadir el agravante de ensañamiento. Aguilar, que ha confesado los dos crímenes, ha permanecido en silencio y con los ojos cerrados durante casi toda la vista.