La primera encíclica de Francisco

El Papa invita a una "conversión ecológica" frente a la incapacidad de los mercados

"La corrupción esconde el verdadero impacto ambiental", afirma

El papa Francisco, en una audiencia pública en el Vaticano, la semana pasada.

El papa Francisco, en una audiencia pública en el Vaticano, la semana pasada. / periodico

ROSSEND DOMÈNECH / ROMA

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Existe una relación entre los asuntos ambientales y las cuestiones sociales humanas que no puede romperse, sino que debemos convertirnos a una "ecología integral", y aunque la iglesia "no pretende definir cuestiones científicas ni sustituir a la política", invita "a un diálogo honesto y transparente", ya que "la protección ambiental no puede asegurarse solo en base al cálculo financiero de costos y beneficios". "El ambiente es uno de esos bienes que los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de promover adecuadamente". Estas son algunas de las principales claves de la primera encíclica del papa Francisco, titulada 'Laudato si' (alabado seas) , frase de un verso del Cántico a las Criaturas de san Francisco de Asís, dedicada al ambiente de la 'casa común'.

"El Papa ha elaborado el texto personalmente, escuchando a muchas personas", ha explicado Federico Lombardi, portavoz de Jorge Bergoglio, que dos días atrás envió el texto por correo electrónico a todos los obispos del mundo, junto con una nota personal.

En 187 páginas divididas en seis capítulos, la encíclica emplea palabras comprensibles para la mayoría de los católicos y de quienes quieran leerla, lo que ha ya provocado la virulenta reacción de Jeb Bush, católico, republicano y aspirante a la sucesión de Barak Obama.

"No dejo que mis obispos, cardenales o Papa me dicten la política económica", dijo ayer, explicando que la religión debería ocuparse "de hacernos personas mejores y menos de cuestiones que dependen del ámbito político". Sin embargo, es precisamente la "conversión ecológica" uno de los objetivos de la encíclica del papa Francisco, en la que denuncia "el clamor de una tierra maltratada y saqueada, cuyos gemidos se unen a los de todos los abandonados del mundo". Por esta razón "hay que cambiar de ruta", invita Bergoglio, subrayando que son precisamente "los cristianos quienes descubren que su cometido dentro de la creación, así como sus deberes con la naturaleza y el Creador, forman parte de su fe".

LA "FRAGILIDAD DEL PLANETA"

La "conversión ecológica" que invoca el Papa debería llevar a una "ecología integral" para alcanzar "un nuevo estilo de vida", porque la sitación ambiental está inseparablemente vinculada "a las dimensiones humanas y sociales". Según el Papa existe "una íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta", ya que “en el mundo todo está conectado", mientras que por otra parte hay que "buscar otros modos de entender la economía y el progreso", por lo que son necesarios "debates sinceros y honestos", porque existe una "grave responsabilidad de la política internacional y local", que produce la "cultura del descarte".

Dentro de las cuestiones ambientales de fondo el Papa incluye e ilustra los temas del aborto, del consumismo, la manipulación de embriones, los transgénicos y la experimentación sobre animales. Pero donde probablemente el capitalismo neoliberista será más crítico con el Papa es cuando Francisco se manifiesta particularmente explícito, al acusar que "las cumbres mundiales sobre el ambiente de los útimos años no respondieron a las expectativas porque, por falta de decisión política, no alcanzaron acuerdos ambientales globales realmente significativos y eficaces".

Inspirándose en la encíclica Pacem in Terris de Juan XXIII, Jorge Begoglio añade que "la protección ambiental no puede asegurarse sólo en base al cálculo financiero de costos y beneficios", ya que "el ambiente es uno de esos bienes que los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de promover adecuadamente". Una de las razones es que un nuevo proyecto ambiental "requiere procesos políticos transparentes y sujetos al diálogo, mientras que la corrupción esconde el verdadero impacto ambiental a cambio de favores" y “suele llevar a acuerdos espurios que evitan informar y debatir ampliamente".

"SANA PRESIÓN" AL PODER

La conversión ecológica consiste, según Francisco en "apostar por otro estilo de vida" que abra la posibilidad de "ejercer una sana presión sobre quienes detentan el poder políico, económico y social". Es lo que se consigue cuando las opciones de los consumidores logran "modificar el comportamiento de las empresas, forzándolas a considerar el impacto ambiental y los modelos de producción", escribe. 

El excardenal de Buenos Aires, que vivía en un modesto pisito de la capital argentina, enumera también alguno de los pequeños gestos diarios de la “conversión ecológica integral”, entre los que cita la reducción del consumo de agua, la selección de los residuos o apagar las luces innecesarias. "Simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento y del egoismo", escribe Bergoglio.