FETICHE PARA ANGLÓFILOS

Nostalgia roja en venta

Un hombre trajeado camina por una calle londinense con distintos modelos de las clásicas cabinas de teléfono británicas.

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BEGOÑA ARCE
LONDRES

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Si alguna vez pensó que le gustaría poder llevarse a casa una de las tradicionales cabinas telefónicas británicas de color rojo, esta es su oportunidad. La compañía British Telecom (BT) anunció ayer la venta de 60 cabinas, modelo K6, fabricadas en 1936. Las diseñó el conocido arquitecto inglés Giles Gilbert Scott

para conmemorar la coronación del rey Jorge V y aunque a él no le gustaba el color rojo, al público le encantó. El precio de cada una de ellas es de 1.950 libras (2.340 euros) y pueden ser adquiridas por cualquiera que ande buscando un recuerdo nostálgico, un regalo original o una reliquia para adornar el jardín o la terraza.

Tan emblemáticas como los autobuses de dos pisos o los taxis negros, las cabinas telefónicas han formado parte del paisaje británico desde hace casi un siglo. Las primeras se instalaron en 1921 y todavía hoy los turistas que visitan Londres siguen posando para la foto a la puerta de alguna de ellas. Las hay especialmente concurridas, como las situadas cerca del Big Ben o del palacio de Buckingham, pero la realidad es que cada vez son más escasas. Del modelo K6, que se estuvo fabricando hasta 1968, llegó a haber unas 70.000. Actualmente solo quedan 11.000 de este tipo y otras 51.000 de modelos más modernos.

Reliquias malolientes

A mediados de la década de los 80 BT emprendió un programa de remodelación y vendió miles de cabinas K6 en subastas públicas. En el 2008, siguiendo con la supresión, lanzó un plan deadopción, (Adopt a kiosk) para que, por una libra esterlina, ayuntamientos y comunidades se hicieran con ellas. De esta manera se quería preservar un pedazo del patrimonio sentimental del país.

Ahora, con la expansión de los móviles, la mayoría de los teléfonos públicos se han convertido en una herencia del pasado. Las llamadas desde cabinas han descendido un 80% en los últimos cinco años y alrededor del 60% de ellas pierden dinero, por el poco uso y por el coste del mantenimiento.

La triste realidad es que muchas se hallan en estado de semiabandono. Nadie las limpia y son utilizadas con demasiada frecuencia para menesteres malolientes por quienes, a la salida del pub, no encuentran lugar mejor para aliviar las urgencias de tanta cerveza.