ODISEA DE UNOS MARINEROS EN TIERRA FIRME

Náufragos en Tarragona www.

A bordo del 'Istanbul B' 8 Unos marineros del barco atrapado en Tarragona, ayer.

A bordo del 'Istanbul B' 8 Unos marineros del barco atrapado en Tarragona, ayer.

ESTHER CELMA
TARRAGONA

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Un día. Y otro. Y otro más. Y así, desde el 26 de junio, atrapados en un barco en el puerto de Tarragona, sin más compañía que una montaña maciza de chatarra a un lado y el mar sucio al otro. Esa es la vida de los 16 marineros tripulantes delIstanbul B., un carguero bajo bandera turca de 97 metros de eslora y aspecto desvencijado (fue botado en 1983) desde que su armador los abandonara a su suerte.

Sucedió en apenas media hora, entre las 23.30 horas y la medianoche del 26 de junio. ElIstanbul B, procedente del puerto argelino de Dje Dje, vertió por accidente una mezcla estimada de 400 litros de aceite y fueloil en el muelle de Aragón. La mancha la detectó elSar Mesana, un barco de Salvamento Marítimo, y se desplegaron inmediatamente las barreras de contención. Los equipos de limpieza trabajaron toda la noche y la mañana siguiente para descontaminar la zona. Capitanía Marítima siguió el procedimiento: abrió un expediente sancionador y comunicó al capitán delIstanbul B que no podrían zarpar sin hacer frente a las responsabilidades del vertido.

Chatarra a medio estibar

Para abandonar el puerto, el armador debe depositar una fianza de 655.000 euros, desglosados en 450.000 euros por los costes de la limpieza y otros 205.000 para afrontar la más que probable sanción. Desde el vertido, la chatarra quedó a medio estibar frente al viejo carguero. Allí sigue.

El armador ni ha ingresado la fianza en la caja del Ministerio de Hacienda ni ha pagado el salario a la tripulación. Además, la embarcación está embargada por deudas. No extraña, pues, que el armador abandonara a los marineros a su suerte en Tarragona.

Pero no están solos. La Cruz Roja les proporciona comida -sobre todo pasta, arroz y tomate frito, pero también algo de carne y pescado- y productos higiénicos y fármacos. La Autoridad Portuaria de Tarragona, les suministra agua potable. Y por su parte, la oenegé Stella Maris, vinculada al arzobispado, les da apoyo psicológico y alimentos frescos, donados por la Cofradía de Pescadores, Càritas y una cadena local de panaderías. El sindicato internacional del mar International Transport Workers Federation intercede por los marineros, por los que también han intercedido los representantes diplomáticos turcos en España.

Hace poco más de una semana, una delegación del consulado subió al barco, visitó a la tripulación y se entrevistó con la Autoridad Portuaria de Tarragona. Gracias a esta mediación, si no hay problemas de última hora este mismo mes las autoridades otomanas repatriarán a 14 de los 16 marineros. Dos permanecerán en Tarragona para hacer el mantenimiento del barco y velar por sus intereses: es decir, cobrar el dinero que se les adedua si el destino final delIstanbul B es ser subastado.«Ellos mismos han decidido quién se queda, ahora se les nota mucho más relajados»,explica un voluntario de Stella Maris.

Más tranquilos

Un miembro de la Cruz Roja lo avala. Los primeros días constataron problemas de aumento de tensión disparada y ansiedad. Ahora, con los trámites de la repatriación en marcha,«ya ven el final del túnel y el ambiente es mucho más tranquilo».El capitán se niega a hablar y varios marineros le disculpan, gritando desde la cubierta para hacerse oír desde el muelle.«Dice que no es el momento»,vocean. Tampoco ellos tienen permiso para hablar. Eso sí, posan para el fotógrafo.

Al menos hasta el pasado lunes, el capitán negaba el abandono del buque. Así lo informó la Subdelegación del Gobierno en Tarragona, que añadió que a pesar de esa negativa,«los marineros reciben ayuda de la Cruz Roja y de la Autoridad Portuaria»y también comunicó que«los tripulantes del barco están en huelga para reclamar supuestos impagos del armador».

Los marineros no están obligados a permanecer en elIstanbul B, pero allí pasan la mayor parte del tiempo. El barco está atracado relativamente cerca de la ciudad, y se puede ir al barrio pesquero del Serrallo dando un largo paseo. Sin embargo, apenas se mueven del muelle de Aragón. El calor es asfixiante y pegajoso. Sin dinero, no hay muchas opciones y, además, están en pleno Ramadán. Contra todos los tópicos, el capitán no será el último en abandonar el barco. Su nombre está en la lista de los 14 hombres que volverán a casa.

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