plan de gestión de un parque natural

El Montseny alberga más de 8.000 especies de flora y fauna

Vista aérea de un paraje cercano a Santa Fe del Montseny.

Vista aérea de un paraje cercano a Santa Fe del Montseny.

ANTONIO MADRIDEJOS / Barcelona

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El parque natural del Montseny acoge una biodiversidad sin igual en comparación con otros espacios montañosos de latitudes similares, con más de 8.000 especies catalogadas de flora y fauna, incluyendo 240 vertebrados, pero al mismo tiempo sufre una presión antrópica descomunal -un millón de visitas anuales- que debe gestionarse para que no perturbe toda esa riqueza. «Si queremos conservar, primero debemos catalogar el patrimonio e identificar los peligros», resume el biólogo Daniel Guinart, coautor del exhaustivo plan de gestión que debe servir de base para la gestión futura del parque natural. El estudio lo presentaron oficialmente ayer las diputaciones de Barcelona y Girona.

Más que exceso de visitantes, lo que constata el análisis es que los turistas se concentran en una pocas zonas, con un núcleo alrededor de Santa Fe, y en dos épocas: en primavera, con la floración, y en otoño, cuando se llena de buscadores de setas y castañas. Sin embargo, un turismo de estas características tiene inesperadas contrapartidas positivas: por una parte, el resto del parque se mantiene en buen estado, hasta el punto de que los territorios más valiosos, que suman el 9%, son poco frecuentados; por otra, concentrar las visitas permite organizar senderos controlados, considera Guinart.

Todos los espacios protegidos están obligados a disponer de una hoja de ruta para su gestión futura. En la elaboración del plan del Montseny, que ha supuesto cuatro años de trabajo, han participado más de un centenar de especialistas coordinados por las dos diputaciones.

El parque se enfrenta además al reto de que el 86% del territorio es de propiedad privada e incluye 18 términos municipales, por lo que todas las decisiones han de tomarse «por consenso», dice Guinart. «El estudio no propone restringir la recogida de setas o el acceso motorizado -añade-, pero sí insiste en que hay que estudiar el problema y aportar datos para tomar decisiones». Un buen acuerdo, prosigue, es el alcanzado con los municipios del Montseny para limitar las zonas por donde pueden transitar carreras de montaña.

Menos agua

Otro problema al que ha de hacer frente el parque es el descenso del nivel de la capa freática debido a las captaciones de agua para proveer a masías, urbanizaciones y plantas embotelladoras. «Hay que mejorar los aportes de algunos torrentes construyendo depósitos para limitar las extracciones en verano», pone como ejemplo Guitart.

Al margen de la presión humana, el biólogo considera que el principal factor que afecta a la biodiversidad es la regresión de las actividades agroganaderas tradicionales, que creaban un crisol de paisajes muy atractivo para la fauna. El bosque está creciendo, pero eso no significa que aumente la biodiversidad porque buena parte son plantaciones forestales. «Nos hacen falta bosques viejos y mejorar los bosques de ribera», comenta Guitart.

En este sentido, el especialista de la Diputación de Barcelona comenta que numerosas márgenes fluviales sufren una colonización a gran escala de especies exóticas, como robinias, senecios o cañas de bambú, mientras los estanques del parque se llenan de barbo rojo, perca americana y perca sol. El panorama, en cambio, parece alentador para el tritón del Montseny, el único vertebrado exclusivo de Catalunya.