CRISIS SANITARIA INTERNACIONAL
Mato se escuda en las pesquisas para no responder a casi nada
MANUEL VILASERÓ / PATRICIA MARTÍN
MADRID
Más de 12 horas se pasó ayer la ministra de Sanidad, Ana Mato, en el Congreso entre preguntas, interpelaciones y comparecencias, pero en ninguno de estos escenarios dio respuesta a la larga lista de interrogantes planteados por la oposición sobre la caótica gestión de la crisis del ébola. Se escudó en la investigación en marcha para evitar entrar en lo que ella llamó «especulaciones» y rehuyó cualquier tipo de autocrítica. A las reiteradas peticiones de dimisión respondió con el consabido «no es momento de hablar de responsabilidades».
Puestos a buscar comparaciones y salvando todas las distancias, la comparecencia de la tarde-noche en la comisión de Sanidad recordó la olímpica falta de respuestas protagonizada recientemente por el expresident Jordi Pujol en el Parlament de Catalunya. El portavoz del PSOE, José Martínez Olmos, que casi se limitó a leer una lista de 30 preguntas (quería saber incluso dónde pasó la ministra todos los días del mes de agosto), se quedó sin ni una sola respuesta, como luego lamentó en un duro comunicado.
Lo máximo que llegó a admitir Mato es que «probablemente» no se «ha hecho todo bien» y que «se ha producido un suceso que no tenía que haberse producido», pero se quedó ahí, en lo que Gaspar Llamazares llamó un puro «eufemismo» de autocrítica.
PRESUMIR DE GESTIÓN
El resto de horas las rellenó presumiendo de buena gestión. La cantidad de veces que repitió las palabras transparencia, diligencia, responsabilidad y tranquilidad haría las delicias de cualquier experto en la traducción del pensamiento en cifras.
Mato defendió la «preparación» con la que el Gobierno se ha enfrentado «desde hace meses» a la temida enfermedad, su «respuesta inmediata» cuando se tuvo conocimiento del contagio de Teresa Romero y la «comunicación diaria» que se ofrece sobre este asunto. Para la ministra, el cambio en los protocolos aplicados para evitar nuevos contagios no es más que un «refuerzo», del que «ha aprendido ya EEUU» y quizá también lo haga la UE en próximas fechas. También respaldó el traslado a España de los dos misioneros contagiados en África y sus comparecencias públicas «por responsabilidad política y moral».
LA PEOR MINISTRA
La oposición le acusó de ser la «peor ministra» de la democracia, de haber quedado «desautorizada» por Rajoy y de afrontar el ébola con «mucha improvisación y poco oficio», lo que ha extendido la «alarma en la población».
La ministra tuvo que transitar por su particular vía crucis parlamentario en solitario. Ningún miembro del Ejecutivo, salvo la extitular de Sanidad Ana Pastor, se quedó a escuchar sus respuestas a las tres preguntas y dos interpelaciones que el PSOE y CiU le dirigieron por la mañana. Y en sus intervenciones ni el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ni la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría le echaron un capote en las preguntas que les tocó responder sobre el ébola.
«PROBLEMA ENCAUZADO»
Rajoy despachó las duras críticas del líder del PSOE, Pedro Sánchez, sosteniendo que «el problema del ébola ya está encauzado» y afirmando que a partir de hora es «difícil que se produzcan nuevos contagios». El dirigente socialista le acusó de presidir un «desgobierno» y de intentar tapar los errores acudiendo «a las escalinatas» del hospital Carlos III, donde está ingresada Romero, para «hacerse una foto». A partir de ahí el presidente optó por el y tú más y sacó a relucir «ocurrencias» del sucesor de Rubalcaba, como suprimir el Ministerio de Defensa, y le reprochó no aportar nada a la resolución de la crisis.
La número dos del Ejecutivo avanzó, por su parte, que el comité científico y de coordinación creado por el Gobierno tras los patinazos de Sanidad se prolongará en el tiempo porque, aunque ahora se erradique el brote en España, hay que esperar la llegada de más infectados por la extensión del problema en África.
REGAÑINA FINAL
Para que la jornada de Mato fuera equiparable a la de Pujol faltó el momento de bronca. No está en su estilo. Aunque al final, aprovechando su segunda réplica, ensayó una regañina a la oposición por su «falta de colaboración y de ideas» cuando los grupos ya no le podían contestar.
Poco antes había mirado de frente a sus señorías para lanzarles el siguiente mensaje, a ellos y a la ciudadanía: «La cara es el espejo del alma y quiero transmitirles, con la mejor cara que tengo, tranquilidad». Y esbozó una forzada sonrisa.
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