acercamiento de los prelados a la postura del papa francisco

Los obispos españoles piden perdón por fallar a los pobres

Omella, en el centro de la imagen, en un acto en Madrid.

Omella, en el centro de la imagen, en un acto en Madrid.

MANUEL VILASERÓ / MADRID

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A la Iglesia española le está costando sintonizar con la renovación del discurso institucional impulsada por el papa Francisco, pero poco a poco se va poniendo al día. Primero eligió con el beneplácito papal al moderado Ricardo Blázquez como relevo del ultraconservador Rouco Varela al frente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), luego rebajó su activismo antiabortista y ahora ha dado un paso más al asumir al 100% el discurso vaticano contra el aumento de la pobreza,  las crecientes desigualdades sociales y la corrupción. Los obispos llegan incluso a pedir «perdón» por los momentos en que no han sabido «responder con prontitud a los clamores de los más frágiles y necesitados».

El nuevo discurso se plasma en el documento titulado Iglesia, servidora de los pobres, aprobado por el pleno de la CEE la semana pasada y presentado ayer. Aunque en la rueda de prensa de presentación advirtieron de que no se trata de ningún documento «político», ni mucho menos «partidista», ni va «contra nadie», su contenido constituye una enmienda a la totalidad a las políticas económicas y sociales del Gobierno español y de la Unión Europea.

Los obispos advierten de que la corrupción «es una grave afrenta a la sociedad», «es éticamente reprobable» y «provoca alarma social», además de constituir «un grave pecado». Según el portavoz de la CEE, José María Gil Tamayo, se trata de «una grave deformación del sistema político», que debería regirse por «la transparencia y la honradez».

IDOLATRÍA DE LOS MERCADOS / «La acumulación de los bienes en pocas manos es una grave injusticia, pues la propiedad privada está orientada al bien común», critica el documento respecto a la creciente desigualdad social cuyo origen encuentra en la «idolatría de los mercados».

Frente a la inhibición tradicional de la Iglesia española en estas cuestiones, los obispos se imponen ahora la tarea de «ejercer una caridad más profética». «No podemos callar cuando no se reconocen ni respetan los derechos de las personas, cuando se permite que los seres humanos no vivan con la dignidad que merecen», señala el texto.

La receta eclesial contra la actual situación se queda en el terreno moral. Los obispos piden «una profunda regeneración moral» de las instituciones, colocando en el centro del sistema a la persona y el «destino universal de los bienes», así como la «solidaridad».

Ninguno de los portavoces episcopales hizo ayer referencia al lujoso piso en el que vive una vez retirado Rouco Varela. Solo su reforma costó más del triple de los 100.000 euros que Tamayo anunció movilizará Cáritas Española para hacer frente al desastre humanitario causado por el terremoto del Nepal.