La identidad en las redes sociales

Los menores suplantados no piden ayuda

El robo de identidad tiene los efectos psicológicos más duros en los adolescentes

A. G. L.
MADRID

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Estrés, ansiedad, depresión, bajada del rendimiento académico. Los efectos de la suplantación de identidad en los menores presentan un alto grado de coincidencia con los del acoso cibernético. Después de todo, no deja de ser una de sus modalidades. Y es que las nuevas generaciones están al otro lado de la brecha digital. Se manejan casi con más soltura en la red que en la vida diaria y parte de sus relaciones sociales se desarrollan ahí, en los chats, en los muros y los grupos de Facebook. Parecen todo ventajas, pero también tiene sus inconvenientes. Los adolescentes son quienes más sufren la suplantación en las redes sociales y, por lo general, no solo no son conscientes del riesgo, sino que no se atreven a pedir ayuda.

LOS AMIGOS, BÁSICOS «Para ellos los amigos son fundamentales», cuenta Raquel García, psicóloga especialista en infancia y adolescencia. Los reales, pero también los virtuales. El deseo de contar con un gran número de contactos en su lista mueve a muchos a agregar o aceptar solicitudes de amistad sin control, lo que incrementa los riesgos.

«Se trata de un acoso constante, ya que todo el rato se están generando mensajes negativos, no solo en momentos concretos. Esa falta de momentos de paz causa un gran estrés al menor. Además, el anonimato del suplantador agrava la sensación de impunidad. Al no saber contra quién dirigir su enfado, la confianza del niño cae en picado, lo que redunda en tendencia al aislamiento, ansiedad e incluso depresión», añade. Y esos problemas acaban afectándole en otros ámbitos, como la familia o los estudios: «Los adolescentes tienden a pensar que las cosas solo les pasan a ellos, lo que aumenta su sensación de soledad y les bloquea a la hora de buscar ayuda».

ASIGNATURA PENDIENTE Petra María Pérez, catedrática de Teoría de la Educación de la Universidad de Valencia y miembro del observatorio para la convivencia escolar y contra la violencia, subraya que las razones para este tipo de acoso son variopintas. «Cuando les preguntas por qué lo han hecho, algunos contestan que porque la víctima saca buenas notas, va de chulo o es nuevo. No existe un patrón». También destaca que es un comportamiento más común entre las chicas que entre los chicos:

«Ellos recurren más a la fuerza».

Miguel Comín, director de la Fundación Alia2, que combate la pornografía infantil y el ciberacoso, insiste en que el control de la intimidad en las redes sociales es «la asignatura pendiente». «La gente -agrega- no está acostumbrada a protegerse y con frecuencia deja todos los contenidos abiertos, de manera que queda totalmente expuesta».