La Llar del Sord de Badalona rompe una barrera más

La entidad enseña a discapacitados auditivos no escolarizados el uso de la lengua de signos catalana

LA MAESTRA, UN MODELO. Marga da clase a sus pupilas en la última sesión del curso del Llar del Sord de Badalona.

LA MAESTRA, UN MODELO. Marga da clase a sus pupilas en la última sesión del curso del Llar del Sord de Badalona.

Joan
SALICRÚ

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Pedro Jara, presidente de la Llar del Sord de Badalona, entidad nacida hace 40 años, lleva a cabo constantemente un gesto durante la conversación. Extendiendo los cuatro dedos de su mano derecha, hace un movimiento de arriba hacia abajo. «¿Es la forma de referirse al catalán en el lenguaje de signos?», pregunta el cronista. «Sí, claro, como las manos ensangrentadas de Guifré el Pilós cuando crea la senyera», responde Pilar Fernández Viader, catedrática de Educación de la Universitat de Barcelona y responsable del grupo de investigación Aprels.

Ella, incansable luchadora por los derechos de los sordos desde hace 30 años, se ha propuesto poner su grano de arena para empezar a solucionar la discriminación que sufría la lengua catalana en este ámbito, puesto que el colectivo sordo escolarizado hace más de 20 años que no aprendía en la lengua de signos en la versión catalana sino en la castellana. No fue hasta 1994 cuando la Generalitat reconoció este lenguaje y empezó a introducirla en la educación, los medios de comunicación y las administraciones públicas.

Hoy, pues, las cosas son más favorables, pero hasta hace 20 años no se consideró necesario que los profesores de los centros de educación especial enseñaran en la versión catalana de la lengua de los signos.

¿Es muy distinta la versión catalana de la lengua de signos de la española? Se calcula que el grado de parentesco entre las dos es del 70%. Pero Jara hace notar que hay muchas cosas distintas: «En catalán el pan con tomate se unta y ese es el gesto para referirnos a ello. Obviamente, en castellano este signo no existe porque ellos no untan el pan con tomate. También los días de la semana son muy distintos».

El retraso en la normalización ha tenido efectos nocivos, relata Jara: «En el caso de los sordos hijos de catalanohablantes, impedía que los hijos pudieran comunicarse con sus padres con normalidad. Para los hijos de castellanohablantes significaba que el catalán quedara como una lengua extraña».

Y aquí es cuando apareció Pilar Fernández Viader y su equipo del Grupo de Investigación Aprels de la UB, que se percató de la necesidad de superar esta asignatura pendiente: había que dar a los sordos la oportunidad de conocer la lengua propia de Catalunya. Una barrera poco conocida pero no por eso menos importante: el fracaso en la alfabetización de los sordos es del 75% y son muy pocos los que consiguen acceder a una educación superior.  Aprels decidió unir esfuerzos junto a otros grupos de investigación universitarios europeos en el programa Deafli, que cuenta con financiación de la UE y aspira a alfabetizar a las personas sordas en la lengua escrita de su propio país.

TALLERES FORMATIVOS /  Y desde hace dos cursos, en la Llar del Sord de Badalona se están llevando a cabo unos talleres formativos de 15 sesiones de dos horas de los cuales se han beneficiado ya unas 50 personas del colectivo. Aprenden a mandar mensajes vía Whatsapp, por ejemplo, o a elaborar currículos con el doble objetivo de alfabetizar y a la vez formar a estas personas para su inserción laboral.

El perfil del alumno es el de mujeres sordas mayores de 18 años, que no acabaron sus estudios primarios y no recibieron clases de catalán o en catalán. La mayorías son sordos catalanes, pero también encontramos sordos procedentes de otras comunidades y de otros países.

En la sala de ordenadores las cuatro alumnas del curso están haciendo -es el último día- su currículo a partir normalmente de un original en castellano. «Pero cada vez más ya son capaces de escribirlo directamente en catalán», comenta Marga, la profesora del curso, también sorda, que ejerce de maestra de Educación Especial en el colegio Josep Pla de Barcelona.

«Me gusta que vean en mí un modelo. Es un orgullo que yo, que ya fui escolarizada en catalán, pueda transmitirles el dominio de la lengua», comenta con evidente júbilo en los gestos y la mirada.

Como el colectivo de los sordos en Catalunya tiene poca visibilidad  -se calcula que hay unos 32.000 usuarios de la lengua de signos en catalán, de un total de 200.000-, sus peticiones no son una prioridad para las administraciones. «¿Cómo es posible que tengamos que ir a la UE para que nos ayude?», se lamenta Pilar Fernández Viader. Lo confirma Pedro Jara, el cual concreta que las ayudas públicas que llegan en un año a la Llar del Sord son de 9.000 euros, provenientes del Ayuntamiento de Badalona y de la Generalitat.