Gente corriente

Juan José H.: "Quería estar solo para pegarme atracones"

Es un comedor compulsivo en recuperación. Y el verano es una época catastrófica para mantener la tentación a raya.

«Quería estar solo para pegarme atracones»_MEDIA_3

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NÚRIA NAVARRO

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Verano. Tiempo de comer a deshora, de picar aperitivos, de engullir fritos y de ponerse ciego de horchatas y helados de varias bolas. Eso que suena a divertida bacanal es una fatal tentación para los comedores compulsivos. Junto a la Navidad, una época aciaga. Lo confirma Juan José H. (Barcelona, 1964), que esconde su identidad porque, pese a haber perdido muchos kilos y ganado un montón de autoestima, sigue lidiando con este síndrome.

-Es usted un comedor compulsivo.

-Soy un comedor compulsivo en recuperación. Comía para darme placer, para evadirme. Delante de la gente podía hacerlo sin desmadrarme, pero cada vez quería pasar más tiempo solo para pegarme atracones a escondidas. Engordé 50 kilos en dos años.

-¿Cuáles eran sus bestias negras?

-Las galletas tipo Digestive, el turrón y la horchata. Llegué a ingerir solo galletas y horchata durante tres semanas seguidas. Usaba la comida de forma autodestructiva. Perdí la fuerza de voluntad. Llegué a pesar 130 kilos, a encontrarme muy débil y a pensar un par de veces en el suicidio.

-Parece mentira llegar a ese límite...

-Es una enfermedad que va más allá de los problemas físicos. Y es más desconcertante que otras adicciones, porque no puedes dejar de comer.

-¿Cómo salió del círculo vicioso?

-Un amigo, comedor compulsivo, me dijo que quizá tuviera el mismo problema. Al principio le dije que se metiera en sus asuntos, que a mí no me pasaba nada, que comía por puro placer y que no me importaba estar gordo. Pero unos meses más tarde, sin caerme ni pisar mal, me rompí un hueso del pie. El médico me alertó de mi sobrepeso y me instó a que siguiera una dieta.

-¿Le hizo caso?

-Sí. Pero hacía ayunos muy bestias y luego me daba atracones. No tenía control. Aquel amigo, finalmente, me dio el teléfono de Comedores Compulsivos Anónimos.

-Esta vez sí le hizo caso.

-Sí. Y resultó muy gratificante encontrar a otras personas como yo. Saber que no estaba solo. En las reuniones aprendes que no somos culpables de nuestra enfermedad, pero sí somos responsables de nuestra recuperación. Llevo 15 años y siento que me he convertido en mi obra y en mi artista.

-¿Se nace con la compulsión?

-En las reuniones ves de todo. En mi caso, mi madre me contó que a los 15 meses me llevó al pediatra, preocupada. El médico, un veterano, le dijo que le habían llevado bebés con problemas digestivos, gases, diarreas e inapetencia, pero que era la primera vez que le traían a un bebé por comer demasiado.

-Ese impulso le acompañó, pues, desde el principio.

-No. De joven encadené varias adicciones, pero fue al dejar de fumar cuando empecé a comer compulsivamente.

-Si abrimos hoy su nevera, ¿qué hay?

-He desterrado los alimentos compulsivos. Hay mucha fruta y verdura, apenas hay lácteos, algún huevo y cada vez menos carne. He ganado conciencia de comer para nutrirme.

-¿Ha perdido mucho peso?

-40 kilos. En Comedores Compulsivos hay gente obesa, pero también los hay delgados, porque vomitan sus atracones. Lo común en todos es que te conviertes en un profesional de la mentira. Te autoengañas y engañas.

-¿Recaídas?

-Sí. El año pasado murió un amigo. Fue un golpe muy duro y recaí. Pero es parte del proceso.

-¿Hay algún ritual recomendado?

-Poner en el plato la ración justa. Lavar los platos y cepillarte los dientes después de comer. Y si vas a una fiesta, llamar a otro comedor compulsivo y comunicar lo que vas a hacer.

-¿Cómo se siente ahora mismo?

-He vuelto a nacer. Al principio prefieres el dolor conocido a superar el miedo a lo desconocido. Luego, y con el apoyo de la familia, ganas serenidad, valor y sabiduría. Por favor, anote la web: menjadorscompulsiusano nims.org. Es importante, para ayudar a quienes estén en una situación similar y no sepan qué hacer.