LUCHA CONTRA LA CONTAMINACIÓN

Incubadora negacionista

La derecha estadounidense se empecina en negar el cambio climático pese a las pruebas científicas Solo la mitad de la población relaciona el calentamiento con la actividad humana

Protesta en Nueva York 8 Activistas contra el cambio climático recorren la Sexta Avenida, el pasado 21 de septiembre.

Protesta en Nueva York 8 Activistas contra el cambio climático recorren la Sexta Avenida, el pasado 21 de septiembre.

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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El Pentágono ha llegado a la conclusión de que el cambio climático representa una amenaza inminente para la seguridad nacional de EEUU. Y la NASA coincide con ese 97% de científicos del clima que atribuyen el calentamiento del planeta principalmente a la actividad humana. Pero ninguna de estas opiniones autorizadas ha cambiado la posición dominante del Partido Republicano. En las pasadas legislativas, sus miembros recurrieron a un nuevo mantra para seguir abrazando el negacionismo y torpedeando la legislación medioambiental. «No soy un científico», es la frase de moda.

A la hora de votar una bajada de impuestos o de mandar soldados a la guerra, no hay político que no se posicione, por más que no haya pasado por West Point ni sea doctor en Economía. Pero al abordar un tema con crecientes costes electorales, muchos conservadores apelan a la ignorancia para salir del paso. «No soy un científico. Mi interés está en proteger la economía de Kentucky», dice Mitch McConnell, el próximo presidente del Senado, ligado a la industria del carbón. Su homólogo en la Cámara baja, John Boehner, lo expresa de otra forma. «No estoy cualificado para debatir la ciencia del cambio climático». 

Las encuestas sugieren una creciente sensibilización de los estadounidenses hacia el cambio climático. Según un sondeo del New York Times y la CBS, el 46% considera que ya está teniendo «un impacto serio» sobre el planeta, mientras que el 54% lo atribuye principalmente a actividades humanas como el uso de combustibles fósiles. Esta última cifra puede parecer baja pero es un récord en EEUU, donde un 25% se muestra escéptico respecto al cambio climático, según un sondeo.

Conspiración

Los cambios en la opinión pública hacen que cada vez más republicanos opten por declaraciones ambiguas, conscientes de que navegar contracorriente podría costarles votos. Pero el partido no pide perdón a la hora de defender a las industrias del petróleo y el carbón, generosas benefactoras de sus campañas, o sostener que la regulación medioambiental solo destruye empleos.

La prueba es que se disponen a situar al frente del comité encargado de supervisar la política medioambiental en el Senado a James Inhofe, un furibundo negacionista del cambio climático. Inhofe ha escrito un libro donde lo describe como «la mayor de las farsas» y ve en el calentamiento global «una conspiración que amenaza nuestro futuro». Su tesis es que solo Dios puede cambiar el clima y que el Antiguo Testamento dice que las estaciones son inmutables. Su activismo roza la caza de brujas: hace cuatro años pidió al Departamento de Justicia que abriera investigaciones criminales contra los científicos que estudian el cambio climático.

La maquinaria negacionista en EEUU está impulsada por las donaciones de una miríada de multimillonarios conservadores que, en los últimos años, han reemplazado a petroleras como Exxon Mobil como los principales patrocinadores de esta contraofensiva. Cada año se invierten cerca de 1.000 millones de dólares en financiar a más de 90 laboratorios de ideas, fundaciones y cámaras de comercio dedicadas a negar el cambio climático con informes supuestamente científicos y a bloquear la legislación para combatirlo, según un estudio de la Universidad de Drexel.