TENDENCIA RENOVADORA EN LA ENSEÑANZA

La escuela que viene

Un grupo de alumnos de ESO de la escuela Sadako, el lunes pasado.

Un grupo de alumnos de ESO de la escuela Sadako, el lunes pasado.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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Es un fenómeno sin marcha atrás, afirman unos; un primer paso hacia una transformación más profunda, vaticinan otros. En un mundo en el que todo cambia tan de prisa, con unos jóvenes que tienen inquietudes completamente nuevas y que acceden a cantidades ingentes de conocimientos, ya no es posible que la escuela siga anclada en el modelo del siglo XX... o del XIX, «con un profesor que dicta la lección y con unos alumnos que van pasando de curso en curso a medida que acumulan información», indica el pedagogo y sociólogo Jaume Carbonell.

«Vivimos en constante modificación, en una sociedad completamente distinta y esa escuela es ya obsoleta, no sirve», coincide María Acaso, profesora en la Universidad Complutense y autora del libro 'REDUvolution'. «En los próximos 10 años -aventura la pedagoga-, el proceso va a ser imparable». «Son cada vez más los que se dan cuenta de que el modelo actual, especialmente el de la educación secundaria, que es donde se concentra el fracaso escolar, está agotado», agrega el también sociólogo Xavier Martínez-Celorrio. Por eso, algunos ya han empezado a innovar, a aplicar nuevos métodos.

La escuela que viene será una escuela sin libros, sin asignaturas, sin horarios y sin exámenes. Bueno, exámenes, sí habrá algunos, los mínimos, pero lo que primará será la evaluación continua. «Disruptiva», la etiquetan algunos pedagogos.«Es una tendencia claramente en auge», explica Joan Ramon Borrell, miembro del jurado del Premi Ensenyament del Cercle d'Economia.

La escuela que viene trabaja por proyectos y centros de interés, mediante grupos de alumnos que colaboran entre sí, con dos o tres profesores de distintas materias en cada aula, pero que no dan clases magistrales, sino que acompañan al estudiante mientras trabaja. «Es una escuela donde también hay memorización y ortografía, que siguen siendo necesarias aunque no prioritarias, pero en la que los temas que se tratan en clase surgen a partir de las preguntas de los propios alumnos», detalla Jordi Musons, director del colegio Sadako de Barcelona, que ha ganado el Premi Ensenyament de este año precisamente por el trabajo de renovación pedagógica que ha desarrollado.

UNA LARGA TRADICIÓN

«De hecho, Catalunya es un territorio rico en innovaciones didácticas, donde hace ya más de un siglo que hablamos de ello. Cuando la Mancomunitat construyó sus escuelas, se sentaron unas bases que duraron hasta que el franquismo las demolió. Afortunadamante, en los últimos años de la dictadura hubo movimientos de maestros renovadores, como el de la asociación Rosa Sensat, que los actualizó y los volvió a trasladar a las aulas», explica Jaume Carbonell, exdirector de la revista 'Cuadernos de Pedagogía' y autor del reciente libro 'Pedagogías del siglo XX'I.

Lo que ha pasado es que ahora, en poco tiempo, se han producido dos elementos que han dado visibilidad a lo que algunas escuelas e institutos ya vienen haciendo en los últimos años, señala María Acaso, que es también coordinadora de la Escuela de Educación Disruptiva de la Fundación Telefónica. La implantación de estas metodologías en las aulas de los jesuitas de Catalunya y la convocatoria del premio Global Teacher Prize, que ha propiciado que se hablara de innovación educativa en programas de televisión de gran audiencia, han permitido dar a conocer una realidad que -como en tantas otras cosas- va un paso por delante de la Administración.

«En primaria, este modelo no es nuevo, tiene cierta tradición en la escuela catalana, tanto en la privada como en la pública. Quizás lo más novedoso es lo que están haciendo, desde hace siete u ocho años institutos públicos como el de Sils, en el Gironès, o el Quatre Cantons de Barcelona, que trabaja así desde hace ya cuatro años», cuenta Joan Maria Girona, maestro, psicopedagogo y miembro del consejo de formación de Rosa Sensat.

CAMBIO DE MENTALIDAD

Necesariamente, el modelo (que no es único, ni exclusivo, precisamente porque huye de cualquier encorsetamiento o etiqueta), precisa de un cambio de mentalidades. «Hay dos agentes fundamentales: el apoyo de las familias de los alumnos y un equipo cohesionado de profesores», avisa Jordi Musons a partir de su experiencia en Sadako.

«Yo no creo, como critican algunos, que este sea un modelo elitista, solo para hijos de padres muy concienciados o para los alumnos de profesores muy motivados y muy bien preparados, en absoluto», reflexiona en este sentido Martínez-Celorrio. «Es una alternativa inevitable, que está creciendo en lugares muy diversos y que, en contra de los que podría pensarse, como no es un sistema academicista incluso podría funcionar muy bien en centros educativos de alta complejidad social y económica», opina este sociólogo especializado en cuestiones educativas.