La ecología y la crisis impulsan la reutilización de objetos arrinconados

Cada vez más personas encuentran el producto que buscan en escaparates inesperados. Reclinado sobre un contenedor de residuos que no le corresponde, entre los cachivaches del punto verde de su barrio e incluso sin salir a la calle, cogiendo polvo en un armario de casa. Entornos alejados del consumismo que resplandece en las vitrinas de los comercios. La mayoría de quienes disfrutan de estos hallazgos no son indigentes, ni sobreviven vendiendo chatarra. Es gente que detecta el potencial de un material que parecía condenado a un final inminente y que está dispuesta a brindarle una nueva oportunidad. Renuncian a la cultura del usar y tirar para convertirse en adeptos de la reutilización.

Tres son los principales motivos que empujan a estos ciudadanos a replantearse su patrón de consumo. "La crisis, la concienciación ecológica y una práctica que empieza a estar de moda", resume Albert Torras, responsable de Prevención de Residuos del Área Metropolitana de Barcelona. El efecto (la reutilización) forma junto con la reducción de desechos y el reciclaje el trípode en el que se basa la sostenibilidad. "Casi el 40% de los catalanes reciclan. Pero el gran reto es generalizar la rutina de la reutilización", revela Vicenç Vilana, de Ecologistes en Acció.

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