Luces y sombras en la sanidad catalana

Doctoras del alma mía

MAURICIO BERNAL
MATARÓ

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Por extraordinarias, las doctoras Romeu y Merino están en el centro de esta historia. Los usuarios del CAP Rocafonda lamentaron la pérdida de dos enfermeras, el año pasado, luego la marcha de dos mediadoras culturales -lo comentaron entre ellos, lo deploraron, hablaron de la crisis, naturalmente-, pero llegó la noticia, a final de año, de que se iban también las dos doctoras -las dos queridas, apreciadas, reverenciadas doctoras- y fue como apretar un botón en alguna parte. La asociación de vecinos se reúne ipso facto, se oyen voces airadas, se toman decisiones. Y al día siguiente el CAP está sitiado, tomado por las fuerzas de la asociación: decenas de jubilados decididos a parar la sangría de personal.

Así están las cosas en Mataró, y lo están desde hace dos semanas. Miembros de la Asociación de Vecinos de Rocafonda y voluntarios de los dos barrios afectados (Rocafonda y El Palau) se turnan para pasar la noche en el CAP (en el suelo, en sacos de dormir) y para ocupar uno de los dos asientos junto a la mesita que han instalado a la entrada, un pupitre escolar desde el que recaban firmas y apoyos. «¿La doctora Merino? Excelente, magnífica doctora», dice José Navarro, guardián temporal del pupitre, y es lo menos elogioso que alguien va a decir de las susodichas. La historia de que una de ellas estuvo una vez una hora («¡una hora!») atendiendo a alguien, la historia de que la otra cuando va por la calle te saluda y te pregunta cómo va el tratamiento: pan habitual en este encierro. La doctora Regina Romeu lleva 19 años en Rocafonda; su colega, la doctora María José Merino, 9. Las dos en calidad de interinas.

Efecto acumulación

Ante la protesta, el Institut Català de la Salut (ICS) explica, con burocrática claridad, que todo forma parte del «proceso de reordenación» de «los equipos directivos de la atención primaria en el área metropolitana norte», lo cual implica, «necesariamente», «movimientos internos de profesionales que durante un tiempo han ocupado cargos de gestión y que ahora regresan a las plazas de las que son titulares por concurso de oposición». Es lo que obliga al traslado de las doctoras: la llegada de dos médicos con plaza fija. Es posible que de no haber perdido antes a sus enfermeras y mediadoras los vecinos de Rocafonda hubieran buscado opciones a la declaración de rebeldía, pero el efecto acumulación ya estaba allí. Y además: son las doctoras Merino y Romeu. Si el CAP fuera un templo, las dos serían objeto de adoración.

«Son doctoras que se han integrado en el barrio, y que para muchos vecinos son algo más que sus médicas de cabecera», dice Aurora Gironès, presidenta de la asociación de vecinos y portavoz de la protesta. La ocupación en Rocafonda ha inspirado a los vecinos de otros barrios, gente afectada por el mismo Projecte Ciutat -el nombre de la reordenación- que han decidido seguir el ejemplo: a día de hoy también está ocupado el CAP Cerdanyola, y durante el fin de semana lo estuvo el de La Riera. «Estamos juntos en esto», dice Gironès, cuyas palabras prolongan las frases contundentes pintadas en sábanas y colgadas en las paredes del CAP. Los apellidos Romeu y Merino andan por ahí. Son la tecla sentimental de este tema que es, al fin y al cabo, de orden administrativo.

Dieciséis días de encierro y algunos menos de negociaciones siguen siendo pocos para solucionar el conflicto. «De aquí no nos movemos hasta que cumplan todas nuestras reivindicaciones», dijeron los vecinos desde el principio. De ahí no se mueven, en todos los sentidos. Quieren las dos enfermeras de vuelta, las dos mediadoras de vuelta y a las doctoras Romeu y Merino de vuelta, si es posible. «O al menos que garanticen los reemplazos», dice Gironès. Cada noche, prácticamente desde el principio, la asociación ha enviado comunicados anunciando que el encierro sigue y la lucha continúa; y que no ha habido acuerdo. Hoy se estudia la última propuesta oficial. «Que es bastante aceptable, pero esperamos recibirla por escrito». La asamblea de esta noche puede ser determinante.

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