EL ARGUMENTO DE LOS AFECTADOS

La crisis justifica la excepción

Las ganaderías del Ebro no pueden mantenerse si no diversifican la oferta, según alegan empresarios y vecinos

Por caminos 8 Un autocar lleva a turistas a una corrida, en el 2012.

Por caminos 8 Un autocar lleva a turistas a una corrida, en el 2012.

S. B.
ALFARA DE CARLES

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Apeló a la crisis Rasquera cuando quiso sacar adelante su proyecto canábico. Apela a la crisis Alfara de Carles para exigir la regulación de una actividad tradicional, las corridas incruentas de toros bravos, que abrió al público como vía de futuro para un sector que, argumentan, se queda corto solo con los ingresos de alquilar o vender sus toros para las fiestas mayores de los pueblos, una vez al año. Dos en algunos casos.

Los gastos de mantenimiento son demasiados para prosperar. Y además, solo muestran su actividad tradicional, no hay maltrato al animal, ni pago de entrada, porque los turistas lo que pagan es la comida en sus restaurantes. «Es como ir a una casa de payés, pagar el alojamiento y ver las granjas o su actividad, se les dio licencia para ello», asegura un vecino.

La crisis avala la excepcionalidad. «Con los años, estas ganaderías han buscado nuevas maneras de subsistir al brutal efecto de la crisis económica y han encontrado una salida que ayuda a paliar este ahogo», apuntan los políticos defensores de la regulación. Según el diputado del PP Rafael Luna, «permitir la actividad puede suponer para estas propiedades, y para las Terres de l'Ebre, unos ingresos importantes, un impulso para un sector castigado, y abrir un nuevo sector turístico para la zona». Ahora, con la paralización judicial, los ganaderos están peor. Rogelio Martí ha decidido echar el cierre. Reclaman una salida sin demora.