LA MODA DEL STRAVA ART

La bici como pincel

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CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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El GPS sirve para situarse en un mapa y para poder llegar a un destino sin perderse: no es un artilugio que destile creatividad. Pero en ese tránsito, en ese ir de aquí para allá, el chisme traza una ruta; dibuja. Ciclistas de todo el planeta han decidido dotar al ingenio de una finalidad artística al convertir su bicicleta en un pincel, y sus recorridos, en variopintas figuras y mensajes. Lo llaman strava art y debe su nombre a la aplicación que muchos deportistas utilizan para registrar su actividad atlética. 

Stephen Lund le gusta mucho la bicicleta. La usa a diario por las calles de Victoria, en la coste oeste de Canadá, donde vive. Durante el 2015 pasó casi 800 horas sobre el sillín, el equivalente a un mes y tres días. Entre enero y diciembre recorrió más de 22.000 kilómetros y pinceló a Darth Vader, una girafa, un dinousario, un canguro, una mariposa, la reina Isabell II, el Cristo Redentor de Río de Janeiro, la estatua de David, pasteles de cumpleaños para la familia, una ballena... Hasta 70 dibujos. El más elaborado, una sirena que le obligó a emplearse durante 220 kilómetros. 

PONI Y OSA MAYOR

El método es más artesanal de lo que cabría esperar. Lund descarga un mapa en alta definición. Con un programa de tratamiento de imágenes, traza el dibujo elegido con un lápiz digital, de modo que pueda distinguir bien el nombre de las calles. Convierte la foto en un PDF y se lo manda al teléfono móvil para poder seguir el itinerario, que la aplicación registrará debidamente. Luego lo descarga en el ordenador y 'voilà': arte. "A veces hay calles cortadas o tramos en obras y me toca improvisar", aseguraba a una televisión canadiense el año pasado.

La pieza de strava art más larga que se conoce lo realizó el británico David Taylor en septiembre del 2014. Nada más y nada menos que 341 kilómetros pedaleando por la campiña del sur de Inglaterra para dibujar una bicicleta. Todo un reclamo. Tardó 13 horas. Su paleta incluye una gigantesca constelación de la Osa Mayor (109 kilómetros) y un poni de 213 kilómetros de asombroso realismo. A diferencia de Lund, las obras de Taylor son más estilosas. Para conseguirlo, tuvo que pedir a incontables granjeros que le permitieran meterse en campos de cultivo. De haberlos rodeado, ahí lo complicado de esta deportiva disciplina artística, la figura no habría sido reconocible, ya que los trayectos se realizan en una sola línea continua, sin cortes que harían el dibujo más plástico pero menos genuino.

LETRAS DE AMOR

Mucho antes de que se popularizara el GPS, de que los deportistas salieran a la calle cargados de tecnología, un hombre polaco de 65 años, amante del ciclismo y la geografía, se lanzó a la carretera con su bici para realizar, quizás, la primera obra de strava art de la historia. Lo hizo por amor y melancolía. En 1989, Mieczyslaw Parczynski recorrió 5.730 kilómetros entre las localidades de Kostalin y Przemysl para rendir homenaje a su esposa, fallecida tres años antes. Agarró un mapa y buscó la ruta que le permitiera dibujar el nombre de la mujer de su vida: Jadzia. Pasó 94 días sobre la bici, por sinuosas carreteras, senderos y montañas. "Hice lo posible para mantener la forma apropiada de cada letra", le contó a un medio polaco este hombre que amasa en sus piernas más de 200.000 kilómetros de ciclismo de carretera. 

PENES CALLEJEROS

Mucho menos romántico resulta uno de los motivos más repetidos en el strava art contemporáneo: los penes. La comunidad ciclista, y sobre todo, en este caso, quizás porque requiere menos elaboración, los corredores, han dibujado falos de todo tipo sobre los mapas de Brighton, Londres, San Francisco, Windsor, Canberra, Kingdom o Brisbane. Distinto tamaño y grosor, pero coincidencia en la inclusión de los testículos, en algunos casos, peludos, lo que complica sobremanera el pincelado.

Existe un curioso caso de pene aéreo. Sucedió sobre el cielo de Florida en marzo del 2015. Un piloto decidió trazar un falo con el GPS de su avioneta privada. Con testículos, por supuesto. El 'artista' despegó del aeropuerto de Kissimmee, al sur de Orlando, y voló durante 20 millas, durante las que puso en marcha una aplicación que permitió contemplar su obra en directo desde cualquier ordenador del planeta.

No hay constancia, o al menos este diario no ha dado con ellos, de ejemplos de strava art en España, a pesar de que hay ciudades con buena cultura ciclista, como Sevilla, Barcelona o San Sebastián. 

ANIMALES EN EL METRO

El strava art recuerda otra disciplina artística poco convencional, también vinculada a los mapas, aunque en este caso, los de la red de metro. La idea hay que atribuirla a Paul Middlewick, que en 1988 distinguió sobre el plano del suburbano de Londres la figura de un elefante. Bastaba con unir los puntos entre las estaciones para que surgiera el arte, una versión adulta de esa actividad infantil tan aclamada por los niños de unir números hasta que al final subyace un tren o un balón. Aquí, la gracia es buscarse la vida e ir sacando todo tipo de fauna, sin más pista que la imaginación.