OBRAS EN LAS GRANDES ARTERIAS

La batalla de las aceras

BCN rescata espacio público para peatones y comercios en 10 km de seis ejes viarios

RAMON COMORERA / BARCELONA

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La capital catalana tiene patas arriba desde hace muchos meses buena parte de sus grandes ejes viarios. Las obras entran, como el mandato municipal, en la recta final y se irán acabando desde este mes hasta febrero. El paquete de los seis proyectos de Diagonal, paseos de Gràcia y Sant Joan, Balmes, Paral·lel y Mitre debe ser uno de los principales logros del sufrido gobierno en minoría del alcalde Xavier Trias. El hilo conductor de su política urbana lleva, según vindican, el prefijo re, el de «regenerar, rehabilitar, recuperar, renaturalizar y reindustrializar». El teniente de alcalde de Hábitat Urbano, Antoni Vives, lo resumía esta semana en el Col·legi d'Arquitectes en la conferencia titulada gráficamente Barcelona R que R. En esos seis viales la ciudad libra una doble batalla en las aceras, porque a la vez que avanza con decisión en su ampliación y mejora, retrocede por ineficacia o inacción al asomar usos indeseados.

Primero, y en positivo, se rescata espacio para el viandante y para que los comercios, los portales y las fachadas tengan más aire. Pero segundo, hay que afrontar la irrupción en el nuevo espacio de las motos y las terrazas, y encarar también la difícil cohabitación del peatón y el coche en las nuevas plataformas únicas. Por último, una carga de profundidad lanzada desde el movimiento vecinal por el presidente de la Federació d'Associacions de Veïns de Barcelona (FAVB), Lluís Rabell, impacta en esos proyectos si se analizan en conjunto. «Responden a un concepto urbano orientado al turismo masivo que desequilibra la ciudad en beneficio de grupos de presión y el comercio de lujo para élites», dice.

75 MILLONES / No son tiempos de grandes infraestructuras. El objetivo es una ciudad que mira hacia dentro, se asegura, con un modelo hiperconectado, tecnológico, policéntrico, renaturalizado, autosuficiente y sostenible. Nada más y nada menos. En los 10 kilómetros que suman las grandes avenidas en las que se actúa con una inversión de 75 millones, el regeneracionismo va dejando ver unas aceras que crecen hasta 7,5 metros en la Diagonal, 5,7 en Mitre o 4,6 en Balmes. Se instala iluminación moderna, se reordenan todos los elementos urbanos, se implantan cable y wifi. Las calzadas se reducen e incorporan, no sin gazapos como en la Diagonal, los carriles bici.

Las desviaciones allí donde las obras se van retirando adoptan tres caras. Por un lado está lo que la presidenta de la Associació de Veïns de les Tres Torres, Rosa Maria Coll, califica de «auténtica invasión», el aparcamiento de motos en batería que se comen al menos dos de los metros aflorados con tanto esfuerzo. A esta ocupación del espacio peatonal le sigue la proliferación de terrazas que con formatos de todo tipo pegan, y pegarán más cuando finalicen todos los trabajos, otro bocado a las nuevas aceras. Por último, está la difícil convivencia, en especial en la plataforma única de los laterales del paseo de Gràcia, del peatón y el coche. El espacio de cada uno se confunde a posta y aparece la inseguridad.

La observancia de las normativas, en vigor, algo que puede decirse que no ocurre en absoluto, resolvería tales problemas. Las motos, aparcando en fila al ser aceras de menos de seis metros, las mesas y sillas de los bares ciñiéndose a las medidas establecidas sin añadidos tramposos y los coches circulando a solo 10 por hora, como fijan las señales instaladas y que casi nadie cumple.