JUICIO POR un filicidio

Asunta dijo a una profesora que no tenía alergia pero le daban polvos

Ex sultum se nentem Romneque viriam ingulto rumus, Catarib

Ex sultum se nentem Romneque viriam ingulto rumus, Catarib

MANUEL VILASERO
MADRID

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Día negro para las defensas de Rosario Porto y Alfonso Basterra. Una catarata de testimonios de profesores, padres y vecinos, a cuál más rotundo, se llevaron ayer por delante las justificaciones dadas por la expareja a los episodios de los meses anteriores al crimen, en los que Asunta fue asaltada por la noche o parecía estar drogada, quizá con el mismo medicamento que luego se encontró en su cadáver.

«Llegó como sonámbula», explicó una profesora de piano de la escuela de altos estudios musicales donde Asunta acudía en julio. «A mí no me hizo caso cuando le llamé la atención en el aula. Por lo que me comentaron, no era capaz de tocar, tenía clase de orquesta y clase de piano, había programado un pequeño concierto por la tarde y la quitaron de este concierto porque visiblemente no podía coordinar», expuso.

Durante el juicio y la instrucción, sus padres han atribuido este y otros episodios alternativamente a una alergia o a los medicamentos suministrados contra esta, pero no era lo que les explicaba Asunta a sus maestros. «'Nadie me quiere decir la verdad. No, no, no tengo alergia, pero me están dando unos polvos blancos, que no sé para qué son', me dijo Asunta», recordó una profesora de violín de la escuela Play. La niña le había asegurado que había estado durmiendo dos días.

DROGADA / Otra docente relató que el padre le dijo que Asunta estaba «drogada» porque había tomado antihistamínicos. Sin embargo, puntualizó que «aparentemente no se veía nada de alergia», al ser preguntada sobre si tenía síntomas como moqueo y estornudos. La profesora lloró al lamentar no haber hecho nada al respecto en ese momento y haber reaccionado solo tras el asesinato.

Poco después un relato de la madre de una amiga que se había llevado a la niña en el coche conmovió a la sala. «Les dije que contaran historia y cuando le tocó a Asunta contó la historia de una persona que era asfixiada y dijo que esa niña era ella. Llamé a su madre y lo confirmó. Me chocó que me la hubiese mandado pocas después de ese episodio y sobre todo que no la hubiera llevado al hospital y lo denunciara a la policía. ¡Habían intentado matar a su hija! Le dije que si no lo denunciaba ella, lo haría yo», concluyó la mujer. Luego Rosario iría a comisaría pero no llegó a interponer la denuncia.

Carmen, la cuidadora de la niña, sí admitió que esta sufría algún tipo de alergia, pero durante la primavera, no en julio. Esta mujer añadió también otra capa al muro de misterio que rodea a los motivos del asesinato. «Eran una familia idílica», declaró.