el sexismo subliminal de la sociedad

Alguien tiene que cambiar esto

Ashton Kutcher, actor recién llegado a la paternidad, ha levantado la voz para denunciar la ausencia de cambiadores en los baños de caballeros. Los cuidados, en el espacio público, siguen siendo cosa de ellas.

Dani Romero cambia el pañal a su hija, Lía, en una sala unisex de Ikea, aunque en el pictograma aparece una mujer.

Dani Romero cambia el pañal a su hija, Lía, en una sala unisex de Ikea, aunque en el pictograma aparece una mujer.

por eva melús

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Por qué la mayoría de cambiadores de bebés están en los baños femeninos? El actor Ashton Kutcher ha conseguido que varias grandes superficies de Estados Unidos se comprometan a revisar sus criterios gracias a una campaña mediática, pero las ciudades de todo el mundo siguen reservando los espacios para el cuidado de personas dependientes a las mujeres. Kutcher, que se convirtió en padre en septiembre, ha recogido más de 100.000 firmas a través de change.org para pedir que se instalen más cambiadores de bebés en los baños masculinos. «Es una injusticia asumir que el trabajo de cambiar pañales es solo de las mujeres», denunciaba el actor en un texto que han reproducido diarios y webs de todo el mundo.

La anécdota, que tiene miga por sí sola, invita a reflexionar sobre cómo el diseño de las ciudades genera discriminación. «La arquitectura no es neutra. En la concepción general de los espacios interviene la perspectiva exclusiva y excluyente de quien planifica, con pocas excepciones. Se parte de conocimientos tomados como universales y falsamente neutrales, que al final enmascaran la experiencia del género masculino», afirma la arquitecta Zaida Muxí, del Col·lectiu Punt 6, un grupo multidisciplinar que reflexiona sobre los espacios urbanos.

Dani Romero, de 40 años, avanza con decisión por los pasillos del Ikea de L'Hospitalet arrastrando el carrito de Lía, la más pequeña de sus tres hijos, de 15 meses. Busca un cambiador. El dibujo de una mujer cambiando un bebé le indica que lo ha encontrado. ¿Por qué han dibujado a una mujer? Ellos entran sin problemas si ven una figura femenina, pero ellas no, nos explican desde personal. Dani ni lo piensa. «No me molesta especialmente. Es verdad que siempre se asocia la crianza con las mujeres, pero yo lo tengo tan asumido que ni me lo planteo», explica.

La socióloga Blanca Gutiérrez, también del Col·lectiu Punt 6, opina que el detalle no es inocente y que señalizaciones como esta son un modo de perpetuar roles. «Las mujeres son las que mayoritariamente siguen cambiando pañales y por eso es habitual que los cambiadores, aunque estén en zonas mixtas, sigan siendo indicados con figuras femeninas. Pero los espacios también configuran la sociedad. Cuando se cambia una señal y se visualiza un cambio, la sociedad también cambia», explica. Gutiérrez cita el caso del Ayuntamiento de Viena, que recientemente instaló señales diferenciadas para los cambiadores en los baños públicos femeninos y masculinos.

Como los caminos escolares

Con carta de normalidad, los baños de discapacitados se colocan a menudo en los baños femeninos, o en la frecuencia del transporte público influyen los horarios de entrada al trabajo y no la de las personas que han de llevar a un abuelo al médico o a los niños al colegio. «Las mujeres siguen siendo las que mayoritamente están al cargo de las personas dependientes. Por eso, los cambios urbanos que favorecen la autonomía de las personas dependientes mejoran directamente la vida de las mujeres. Así, los caminos escolares, que corresponsabilizan a toda la sociedad en el cuidado de las criaturas que van a la escuela, son un triunfo para las mujeres», afirma la arquitecta Roser Casanovas. Añade: «Se tienen que poner en el mismo nivel las prioridades del mundo reproductivo y las del productivo. Si no, se generan discriminaciones».

 

Esta discriminación no solo afecta a las mujeres sino también a los hombres que quieren un papel más activo en el cuidado de sus hijos. Carlos Escudero es el creador del divertido blog Un papá como Darth

 

Vader y coordina el grupo de apoyo para padres Si los hombres hablasen, en Gràcia. Como su mujer trabaja fuera de casa, también combina sus encargos como guionista y narrador con el cuidado de Martí, de 5 años, y Mario, de 3, que no va al jardín de infancia. «Creo que, aparte de espacios muy concretos que suelen salir en las webs para familias, los niños no suelen ser muy bien recibidos en cafeterías, restaurantes y demás lugares públicos. Así que no se piensa demasiado en ellos», dice. Y si hay cambiadores, que no siempre es así, suelen estar en los baños femeninos.

«La verdad es que cuando tengo que cambiar el pañal fuera de casa lo paso mal. Suelo hacerlo en el césped sobre un arrullo o en un banco. Y como son duros, pongo un pañal bajo la cabeza del niño», explica. Alguna vez ha entrado en el baño femenino, donde encuentra complicidad. «La mayoría de mujeres con las que me puedo cruzar también cambian o han cambiado pañales», dice.

Micromachismo rampante

Pau Almuní, coautor del blog Si los hombres hablasen y coordinador del grupo de padres homónimo en Poblenou, asegura que el tema de los cambiadores es muy recurrente en sus sesiones. «Para mí,  es la muestra más visible de marginación hacia los padres y una de las formas más evidentes de micromachismo», opina. «Y es muy cotidiano. El otro día fui al Zoo de Barcelona y encontré hasta cuatro zonas de cambiadores, todas en los baños femeninos», añade.

«El tema es molesto», opina también David Lay, autor de blog Y papá también y padre de dos niños de 7 y 3 años. «Algo que debería entrar dentro de la normalidad, que tanto hombres como mujeres tenemos que hacer, se ha instaurado como una obligación femenina». Los padres, afirma, tienen que acostumbrarse a que cambiar pañales no es un trabajo «excepcional» sino cotidiano.

¿Y qué pasa si no hay una mamá sino dos papás? Los estereotipos se hacen más evidentes en el caso de las familias homoparentales. Vicent Borràs, profesor de Sociología de la Universitat Autònoma de Barcelona, especializado en trabajo y género, comparte su vida con un pediatra desde hace dos décadas. Hace cinco años, ambos fueron padres de un bebé mediante una gestación subrogada y comprobaron que la tarea de cuidar a un bebé aún se concibe en clave femenina. «En teoría los espacios públicos son universales, pero los espacios de cuidado están claramente discriminados y divididos por cuestiones de género», dice Borràs.

Más para hombres

El sociólogo opina que, pese a todo, la mayoría de los centros comerciales están haciendo los cambiadores más accesibles a los hombres. En el peor de los casos, los grandes centros comerciales no tienen cambiadores en los lavabos masculinos, pero sí en los femeninos y en zonas mixtas, como el lavabo de minusválidos, la sala de lactancia o los nuevos baños familiares unisex con inodoros más pequeños para niños. Sin embargo, los espacios más cotidianos en los que se desarrolla la crianza siguen estando claramente marcados. «La mayor parte de nuestra vida no transcurre en los centros comerciales. En la mayoría de espacios que frecuentamos más a menudo es difícil encontrar un cambiador y el parque, por ejemplo, sigue siendo un espacio básicamente femenino donde los hombres son figuras extrañas. Según mi experiencia, tenemos que luchar para integrarnos», afirma.