Otras especies

Complicado equilibro entre la biodiversidad y el abuso

Un cazador dispara, junto a su perro, en Maçanet de Cabrenys.

Un cazador dispara, junto a su perro, en Maçanet de Cabrenys.

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Siempre polémicas y discutidas, las prácticas de la caza y –aunque en menor medida– de la pesca están sujetas a una estricta legislación en Catalunya. Desde la concesión de licencias (que en algún caso requiere de la superación de tests psicotécnicos) y el catálogo de especies cinegéticas y piscícolas autorizadas hasta los tiempos de veda, ambas actividades son observadas con lupa por la Administración.

En estos momentos, en Catalunya está permitida la caza de 31 especies distintas de aves (patos, perdices, faisanes y zorzales) y de 10 mamíferos (conejos, liebres, jabalís y rebecos, entre otros).

Las leyes de caza y pesca determinan incluso con qué tipo de artes o munición pueden capturarse los animales, siempre bajo el criterio de causarles el mínimo sufrimiento.

Y, pese a que algunas voces –fundamentalmente asociaciones animalistas–, insisten en su abolición, el grueso de los conservacionistas reconocen que son necesarias para preservar la biodiversidad faunística. Siempre, eso sí, en su justa medida. Otro asunto son los furtivos o quienes cometen abusos que deben ser severamente castigados, advierten los ecologistas.

El sector, cazadores y pescadores, protesta por el exceso de celo que, a su entender, aplica la Generalitat en algunos asuntos. Un ejemplo: la ley de ordenación de la pesca continental en Catalunya, aprobada el año pasado en sustitución de la normativa de 1942. En ella se prohíbe, entre otras prácticas, el lanzamiento de piedras al río. Los pescadores lo hacen para asustar a los peces y, así, propiciar su pesca. Los autores de la ley consideran que lo primero es evitar el estrés que los proyectiles producen a la fauna piscícola.