PROYECTO DE AGRICULTURA BIOLÓGICA
Un huerto vertical enraiza en una escuela especial de La Marina de Port
El último grito en agricultura urbana son los llamados huertos verticales, parcelas que trepan por las paredes, una modalidad muy interesante en ciudades densas como Barcelona donde la falta de espacios libres requiere grandes dosis de ingenio. Algunos huertos están ubicados en colegios como parte de su programa curricular, pero el único huerto vertical gestionado por niños y jóvenes con necesidades educativas especiales está en la Escola Nostra Senyora de Montserrat (Bronze, 18).
Este huerto dotado de riego automático y casetas para aves fue inaugurado en febrero gracias a la colaboración del Ayuntamiento y la Obra Social de La Caixa, responsables de su financiación. El esqueleto de la instalación, ahora oculto por un tupido verde, está formado por unos cajones de acero inoxidable sobre base galvanizada con protección de neopreno en la base que evitan pérdidas de agua. «Aunque parezca una cosa muy sencilla, una instalación de estas características, con estos materiales, puede costar unos 5.000 euros», calcula Ferran Carreras, director del centro.
SU PROPIO ABONO
La Escola Nostra Senyora de Montserrat, en el barrio de La Marina de Port, tiene experiencia en el cultivo de todo tipo de vegetales, frutas y plantas aromáticas siguiendo los principios de la agricultura biológica. Incluso fabrican su propio abono con varias compostadoras domésticas. «Desde hace unos ocho años tenemos una huerta, integrada en nuestro proyecto educativo. Todas las clases pasan por la parcela, colaboran en su mantenimiento y se reparten la cosecha. Este huerto vertical complementa nuestro proyecto y nos permite trabajar otras competencias», asegura Carreras, quien pone como ejemplo las casetas para aves. La idea inicial es facilitar que aniden en ellas y permitir la observación de diferentes especies. «El huerto venía con una caseta. La otra, que es prácticamente idéntica, la han hecho los chicos del módulo de carpintería», precisa el director.
Los 92 alumnos del centro, entre 3 y 20 años, se reparten en tres líneas: primaria adaptada, secundaria adaptada y formación profesional con especialidades en carpintería, ventas y atención al cliente. «Aunque todos colaboran encantados en el huerto, la verdad es que todavía no les ha despertado la vocación de jardineros», explica la educadora Montse Santiago. «Que hayan pensado en nosotros ha sido una recompensa al trabajo realizado en el huerto, pero también en temas de concienciación ambiental», cuenta Santiago. La escuela está adherida al proyecto educativo Escoles+Sostenibles, antes conocido como Agenda21.
El nuevo muro verde de la escuela, además, les ha aportado visibilidad, algo que el colegio agradece enormemente. «Algunos vecinos y entidades como la asociación de vecinos del barrio y escuelas de jardinería se han interesado por nuestro proyecto, dispuestos a echarnos una mano», añade agradecido Carreras. H
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