PASEOS ELECTORALES

Sentirse inmigrante pese al paso del tiempo Barcelona, desaliñada, pide limosna

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Ferran Calvet

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Vivir en democracia es una de las cosas que nos hace sentir iguales, sea cual sea el lugar del mundo donde nos encontremos. A todos aquellos inmigrantes que hace años vinimos a vivir a Catalunya y que ahora estamos integrados, la democracia también nos ilusiona. Claro que, al levantarnos el pasado 8 de mayo y ver los carteles de determinados partidos xenófobos que continúan con la historia de siempre («primero los de casa»), nos sentimos discriminados, recién llegados, no catalanes, a pesar de los años aquí. O bien es que este partido político desconoce el texto de la Constitución -en su artículo 14 establece que «los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social»- o bien es que hay ciudadanos de primera categoría y de segunda y al adquirir la nacionalidad el encargado del registro civil no nos lo comunicó. Si en el 2015 para obtener un voto se apela a un discurso  de la época medieval es que hay algo que no está bien.

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Una ayuda por favor. Apenas miro a la cara a la mujer de aspecto desaliñado que ocupa la entrada a los ferrocarriles en la estación de Muntaner. Hacía años que no llegaba a esa parte de la ciudad y pensaba que en un lugar de tanto postín no podría encontrar a quienes arrastran su dolor a cara descubierta. Esa escena es más habitual en las paradas de extrarradio. Hace tiempo que dejé de ayudar a quienes se plantan al pie de cualquier escalera porque pensaba que en la Barcelona de más allá del 92 esa situación era propia de tribus con pocas ganas de hincar el lomo. El vagón me ha llevado sin saber muy bien para qué hasta el lado limpio de la Barcelona del 2015 y creo que hemos perdido cuatro años y una generación en el tiempo que ha pasado desde que fuimos a votar para elegir a nuestro alcalde en el 2011. La clase política que nos gobierna en cualquier institución ha suspendido y la ciudad está preparada para iniciar una nueva etapa. La sociedad en la que mis hijos empiezan a decidir está deseando superar esta época con trabajo, nuevas ideas, transparencia y superación de los viejos esquemas. Barcelona tiene el aspecto de una mujer desaliñada que pide limosna para salir adelante.

¿La antesala de las elecciones generales?

El 24-M se está planteando como la antesala de las elecciones generales de manera errónea, ya que se considera que los resultados marcarán unas estrategias políticas u otras y además decantarán el voto de la ciudadanía. Pero en realidad la clave no reside en los resultados electorales, sino en los pactos que surjan a posteriori: se verá mucho de cada uno de los partidos en función de los pactos a los que lleguen entre ellos y descubriremos un reflejo de lo que se avecina de aquí a final de año. Además, como hay partidos que rehuirán hacer pactos hasta pasadas las elecciones generales para evitar ser identificados con aquello que dicen no querer ser, el otro elemento que hace que el 24-M sea la antesala de las generales será ver la gestión de los elegidos este domingo hasta entonces, sobre todo en las grandes ciudades como Madrid y Barcelona.