LAS NEGOCIACIONES POSELECTORALES

"Sí, gracias, majestad, acepto"

Pedro Sánchez comparece en rueda de prensa en el Congreso de los Diputados.

Pedro Sánchez comparece en rueda de prensa en el Congreso de los Diputados. / periodico

GEMMA ROBLES / MADRID

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Quince minutos tardó Felipe VI en comunicar al presidente del Congreso, Patxi López, cuál era su decisión sobre la investidura: que el socialista Pedro Sánchez debe intentarlo, después de que Mariano Rajoy, vencedor de las elecciones con 123 escaños, declinara el encargo de Zarzuela  en una primera ocasión y este martes confirmara que continuaba indispuesto para aceptar tamaña responsabilidad, por falta de apoyos. Sánchez, de momento con sus 90 diputados como único aval, dijo “sí, gracias, majestad, acepto", según la Casa del Rey- y pidió un mes para intentar la proeza de poner de acuerdo a Podemos (65 sillones en el Congreso una vez formalizada la separación de Compromís) y Ciudadanos (40 parlamentarios), alegando que lo importante es el cambio, dejando a un lado los vetos mutuos y centrándose en las políticas.

Les anuncio solemnemente que yo mismo y el grupo socialista vamos a intentar formar gobierno”, proclamó Sánchez ante la prensa alrededor de las 20:25 de este martes, 2 de febrero, añadiendo que en cuestión de horas  él mismo y un equipo negociador se disponen a abrir una ronda con “todos” los grupos parlamentarios –que a priori no excluye a independentistas ni al PP, aunque no se busque su apoyo, y que abre las puertas a las distintas alianzas de Podemos- para iniciar conversaciones.

 “Me sentaré también con los independentistas, para decirles que no estoy de acuerdo con ellos y que presento mi investidura. Que quede claro”, enfatizó, consciente de que los barones de su partido miran de reojo cualquier movimiento que afecte a Catalunya, a la que pide “respeto a la ley” y a la que ofrece “diálogo” y una reforma constitucional que, y aquí viene un matiz crucial, jamás podrá aprobar sin el apoyo de los conservadores.

“DEBEMOS ENTENDERNOS”

Las negociaciones que se van a emprender entrañarán “dificultad”, según el aspirante a La Moncloa. Y pueden convertirse en un calvario, a tenor de la presión interna y externa que ya se respira y con la que también tendrá que lidiar un Sánchez que, por el momento, prefiere exhibir “sereno” optimismo y refugiarse en Cervantes.  “A cualquier mal, buen ánimo repara”, sentenció citando las palabras del ilustre de las letras españolas.

Recibirán pues en breve acuse de recibo de la nueva coyuntura política los partidos, aunque indiscutiblemente Albert Rivera y Pablo Iglesias se convierten oficialmente en los objetos del deseo y los desvelos de la dirección socialista, que quiere un gobierno “transversal”. “Se abre un nuevo periodo con nuevas dinámicas y nuevas soluciones. Debemos entendernos […] nuestro objetivo han de ser las políticas, no se trata de sillones, sino de soluciones. Antes de las alianzas, los proyectos, antes de los nombres, los programas, antes de con quién, el para qué”, sentenció el líder del PSOE.

No obstante, tanto el jefe de Podemos como el de Ciudadanos se adelantaron a la comparecencia vespertina de Sánchez para marcar su terrenoIglesias, enojado, acusó de hipocresía a los socialistas; de perder un tiempo precioso por no haber iniciado la negociación hace ya días –cuando ellos pusieron sobre la mesa una oferta de gobierno- y ratificó su intención de ser vicepresidente si llegaban a un pacto del que, según dijo,  por “coherencia” debe estar excluida la organización naranja, a la que considera “un apéndice” del PP.

 Rivera, más moderado en el tono, subrayó que pretende ayudar a encontrar un Gobierno “de transición, reformista y estable”, que no esté basado en la aritmética, sino en la estabilidad parlamentaria. Eso sí, puntualizó que como Rajoy permanece en la retaguardia pero no tira la toalla, piensa mantener conversaciones en paralelo con PSOE y PP. Por lo que pueda pasar y porque prefiere una alianza con partidos constitucionalistas, aunque eso hoy en día se antoje aún más complicado que un pacto final que integre a Podemos y Ciudadanos, que se rechazan.

EL PP NO LO PONDRÁ FÁCIL

Rajoy, mientras tanto, permanecerá agazapado en La Moncloa. Su táctica es la de siempre. Esperar. Y esperar todavía más, a ver si al adversario se cansa o se ve frustrado en sus aspiraciones gubernamentales. Ni el líder del PP ni los suyos se lo pondrán fácil a Sánchez: primero, porque necesitan su fracaso para intentar la investidura o lograr repetir elecciones, su objetivo con mayores posibilidades. Segundo, porque creen que colocar el foco en los socialistas y sus negociaciones puede aliviar en parte la exposición de los populares a la indignación pública, una vez que ha estallado otro pozo de corrupción en Valencia que amenaza con llevarse por delante a una ‘lideresa’ indiscutible para los conservadores, Rita Barberá.

Pero el ruido corrupto es tan grande que por grande que sea el de las discusiones sobre el ‘presidenciable’ socialista, complejo será consiga ensordecer a una militancia popular que debe asistir perpleja a un espectáculo político donde su líder se atreve a declinar invitaciones ‘reales’ al tiempo que continúa instalado en su ‘aquí estoy yo’, sin dar un paso atrás definitivo ni ceder el testigo a otro dirigente popular. Es más, mantiene viva su intención –o eso dice en público- de ser el candidato popular si de nuevo hubiera elecciones y cuenta con que Ciudadanos desdeñará a los populares por la corrupción, pero cumplirá su palabra de no ser el padrino de una boda entre PSOE y Podemos.