Nueva etapa en el País Vasco

¿Quién manda en ETA?

MAYKA NAVARRO

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«ETA está en manos de dos mujeres y de David Pla». Lo aseguran fuentes de la lucha antiterrorista que recuerdan que el ascenso a la jefatura de la organización terrorista del trío formado por Izaskun Lesaka, Iratxe Sorzabal y Pla se produjo en mayo del 2010, tras la caída del último gran general de ETA, el entonces jefe del aparato militar, Mikel Kabikoitz Karrera Sarobe, alias Ata. Su detención sumió a la banda en un absoluto desconcierto que intentaron frenar las dos mujeres asumiendo el liderazgo «en funciones». Pero a día de hoy, esa jefatura está plenamente consolidada.

Izaskun Lesaka (Pamplona, 1975) es, de los tres dirigentes, quien ha asumido las riendas de todo lo que se hace en Francia, donde ETA conserva medio centenar de pistoleros pero ningún comando operativo. Lesaka ha estado siempre vinculada al movimiento juvenil proetarra. Muy cercana a Mikel Garikoitz Aspiazu, Txeroki, tras la detención de este en noviembre del 2008, pasó a convertirse en una mujer de total confianza de Ata, con quien asumió el control del aparato logístico de ETA.

Iratxe Sorzabal (Irún, 1971) tiene un perfil más político. Madre de un hijo con Ata, se encarga con David Pla de diseñar la hoja de ruta política que quiere recorrer la organización tras el comunicado de cese definitivo de la violencia del pasado 20 de octubre. Ninguno de los tres está por que se regrese, de momento, a la actividad terrorista, ni existe ahora mismo ningún riesgo de escisión en la banda, aseguran fuentes de la lucha antiterrorista. Unas fuentes que avanzan que la cúpula tampoco pretende dar «ni un solo paso más» hasta que alguien «suba a Francia y se ponga a hablar con ellos».

ELECCIONES AUTONÓMICAS / La pregunta es: ¿cuánto tiempo están dispuestos a esperar? Y en consecuencia, ¿qué hacen mientras tanto? La primera respuesta no es sencilla, pero todas las fuentes consultadas si coinciden en que como mínimo se esperará a la celebración de las próximas elecciones autonómicas vascas. Cualquier suposición de qué ocurrirá después es ficción.

Mientras, en Francia, ese medio centenar de pistoleros se mantienen gracias a una infraestructura que controla Izaskun Lesaka y que les permite sobrevivir, con escasos recursos, durmiendo la mayoría de las veces en albergues, cámpings, o en mitad del monte, y cargando a cuestas con lo que les queda.

GURRUCHAGA Y ARAMBURU / Prueba de ello son los dos últimos detenidos la semana pasada en Francia, Oroitz Gurruchaga y Xabier Aramburu, dos militantes más, sin más currículo que el de la kale borroka, y que trabajaban directamente a las órdenes de Lesaka. La Fiscalía antiterrorista de Francia ya se encargó de advertir de que no había ningún elemento que hiciera sospechar que en el momento de su detención eran los responsables del aparato militar de ETA. Algunas fuentes aseguran que los detenidos habían recibido el encargo de Lesaka de «revisar y poner orden» unos zulos que tienen abandonados, descontrolados, y a los que se acercan con temor porque sospechan que la gran mayoría están siendo vigilados por el gran dispositivo que tanto la Guardia Civil como el Cuerpo Nacional de Policía mantienen Francia y al que, pese al cese de las actividades terroristas, no han restado ni un solo investigador.

Gurruchaga y Aramburu iban armados y con cerca de un kilo de cloratita y varias ampollas de mercurio, que hace años ETA usaba para fabricar bombas lapa. «Solo con eso que llevaban encima no se puede construir una bomba», advierten las mismas fuentes, que sospechan que estos etarras hacían labores de mantenimiento y recuento de zulos. La cuestión de las armas es diferente. En enero, los miembros del Comité de Verificación Internacional trasladaron a ETA que sus militantes no fueran armados para evitar enfrentamientos. La organización no tardó en responder que sus militantes evitarían esos choques, pero que no se comprometían a dejar las armas hasta que se produjera un acuerdo con el Gobierno. Y es en este contexto en el que las fuentes de la lucha antiterorrista insisten en la tesis de que ETA es quien tiene más prisa en que se solucione lo que la banda llevan medio siglo definiendo como «un conflicto político».

REINSERCIÓN INDIVIDUAL / Otra cosa distinta es qué pasará con los presos, con ese medio centenar de reclusos en España que hasta ayer se habían presentado como un colectivo muy unido pero que con su decepcionante comunicado evidenciaron que la fractura o las acciones de protesta son cuestión de tiempo.

La mayoría de los presos saben que la única salida que tienen es la de la reinserción individual, y así se lo ha intentado hacer ver la izquierda aberzale. Saben que las posiciones numantinas y enrocadas en defensa de la amnistía no tienen cabida en el actual marco político, ni en la mayoría de la sociedad vasca que, según las últimas encuestas, no la aceptaría. En cambio, la minoría más radical sigue controlando a un colectivo que amenaza con fraccionarse ante las escasas perspectivas de cambio. Hay quienes prevén tiempos turbulentos en las cárceles. Es cuestión de tiempo, de ver cuánto poder mantiene el núcleo más duro.