La jueza envía a prisión a la policía local involucrada en el asesinato de Carrasco

La agente Raquel Gago es amiga íntima de Montserrat Triana Martínez, hija de la autora confesa del crimen

Vehículo que traslada a la policía local Raquel Gago, de 41 años, a los juzgados de León.

Vehículo que traslada a la policía local Raquel Gago, de 41 años, a los juzgados de León. / nip

MAYKA NAVARRO / MADRID

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La policía municipal de León Raquel Gago Rodríguez no ha podido convencer este viernes a la titular del juzgado de instrucción número cuatro de León de por qué tuvo en su poder durante más de 30 horas el revolver con el que el lunes por la tarde se asesinó a la presidenta de la Diputación, Isabel Carrasco. Tras cuatro horas de interrogatorio, la jueza Sonia González la envió a prisión acusada de los delitos de homicidio, tenencia ilícita de armas y atentado contra la autoridad.

Por la tarde, la agente municipal ha sido trasladada a la cárcel de Mansilla de las Mulas, la misma en la que desde la madrugada del jueves están ingresadas Montserrat González, autora confesa de los disparos que terminaron con la vida de Carrasco, y su hija Montserrat Triana Martínez, amiga íntima de la policía municipal.

La decisión de la magistrada ha sorprendido y ha caído como un jarro de agua fría entre los 138 compañeros de la policía municipal de León, donde entró a trabajar hace 17 años. A sus 41 años, Gago tenía un expediente policial impecable. El martes por la noche, Gago se presentó en la comisaría de policía de León para contar que había encontrado en su coche particular una bandolera con un revólver en su interior. La agente aseguró que minutos después del crimen de Carrasco, se encontró a su amiga Triana de manera casual y que al parecer esta le dejó la bandolera en el coche. La versión de la agente fue ratificada por un joven cobrador de la zona azul de León que ratificó que Triana y Raquel se saludaron con sorpresa. Los investigadores decidieron dejarla en libertad. Pero nunca creyeron su versión.

Antes de que Raquel Gago acudiera a la comisaría, el grupo de homicidios ya la estaba investigando. El rastreo del teléfono de Triana fue crucial para determinar que ese encuentro tras el crimen de Carrasco no fue tan casual como la agente intentó contar.