CAMINO A LAS URNAS

Primarias con gato encerrado

Votaciones en Ciutat Vella de las primarias del PSC en Barcelona.

Votaciones en Ciutat Vella de las primarias del PSC en Barcelona.

JOSE RICO / BARCELONA

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Primarias, primarias, primarias. La palabra no deja de escucharse en boca de muchos partidos (algunos ni se molestan en probarlas) en este año de montaña rusa electoral. La regeneración democrática obliga. Sin embargo, la fórmula tiene muchos trucos que no la hacen tan reparadora como parece. El año pasado, el PSC de Barcelona se atrevió con una votación abierta a toda la ciudadanía para escoger a su alcaldable. Pero el ejemplo ha cundido poco y de las siete principales candidaturas que concurrirán a las elecciones catalanas del 27-S, ninguna ha imitado la fórmula. La mayoría de fuerzas políticas han abierto un proceso interno con ese nombre, pero o bien lo han trufado de cortapisas que limitaban el margen de maniobra de los militantes y simpatizantes, o bien las urnas no han llegado a abrirse. Y en medio del fragor independentista, la candidatura unitaria de Junts pel Sí directamente se ha olvidado de las primarias.

Raül Romeva emergió como flamante candidato de consenso para la coalición que liga a ConvergènciaEsquerra y las entidades independentistas. Pero su nombre se decidió en un despacho del Palau de la Generalitat en aquellas maratonianas reuniones en las que Artur Mas y Oriol Junqueras limaron las asperezas que impedían la candidatura conjunta. Luego, los máximos órganos de cada partido aprobaron sendas propuestas de aspirantes que han ido nutriendo la lista unitaria. Ni una votación entre sus respectivas militancias. En el caso de CDC, el partido nunca ha experimentado unas primarias, pero ERC sí se había acostumbrado a hacerlas.

En la otra candidatura unitaria del 27-S (Catalunya Sí que es Pot), ICV, EUiAPodem y Equo confluyeron primero en el nombre de Lluís Rabell, expresidente de la Federació d'Associacions de Veïns de Barcelona (FAVB), y después lo sometieron a escrutinio interno en sus respectivas organizaciones. Seguramente el procedimiento inverso a lo que establecería un manual de primarias. Al igual que Junts pel Sí, cada socio de Catalunya Sí que es Pot aporta a la lista una serie de nombres ratificados por sus órganos de dirección.

La trampa más recurrente de los partidos a la hora de las primarias son los avales. El candidato propulsado por la cúpula los tiene asegurados, pero si otro aspirante pretende hacerle sombra se las ve y se las desea para reunir los apoyos. Y normalmente no los consigue. Entonces la organización se ahorra las urnas en aras de la austeridad. Es lo que han hecho el PSC, con Miquel Iceta Carme Chacón, y Ciutadans, con Inés Arrimadas Albert Rivera, que de una tacada han proclamado sin votación a sus cabezas de cartel para las autonómicas y las generales. Ninguno de sus posibles rivales pasó el filtro de los avales. Lo mismo sucedió con Pedro Sánchez en el PSOE y con Alberto Garzón en IU. En cambio, UPD ha renunciado a exigir avales para las primarias que elegirán, el 12 de septiembre, a su candidato a la Moncloa.

LA 'PLANCHA' DE IGLESIAS

Quienes sí pudieron votar fueron los militantes de Podemos, pero las primarias estuvieron rodeadas de controversia. La fórmula escogida para ratificar a Pablo Iglesias como presidenciable era abierta, como la del PSC de Barcelona. No solo podían concurrir y votar los adheridos a la organización, sino cualquier ciudadano que se inscribiese previamente. Pero el plazo para registrarse era muy corto, solo se podía votar a una lista cerrada -la llamada 'lista plancha'- y se establecía la circunscripción única, lo que impedía a los registrados en cada provincia elegir en votaciones diferenciadas a sus propios candidatos. Oficialmente, para evitar que se cuelen intrusos ideológicos en el partido lila. El resultado: entre más de 1.300 aspirantes a encabezar la lista, la candidatura de Iglesias arrasó con el 81,80% de los votos. Participaron el 15,69% de los inscritos.

En sintonía con su estructura asamblearia, la CUP también apostó por unas primarias abiertas, pero finalmente el núcleo duro de la cúpula del partido promovió una lista cerrada con los cinco primeros puestos de la candidatura, con Antonio Baños a la cabeza, que se podía votar en bloque, y que acabó siendo ampliamente ratificada.

Triquiñuelas aparte, todos estos partidos ya han hecho más que el PP y Unió. Ambas fuerzas se mantienen ancladas a la tradición de ungir a los candidatos concebidos por la dirección. Así se ha designado a Xavier García Albiol y a Ramon Espadaler para el 27-S, y así se nombrará también después del verano, salvo mayúscula sorpresa, a Mariano Rajoy para la Moncloa.