CATALUNYA DESDE la BARRERA

Plegarias por la concordia

Un carismático sacerdote mallorquín aboga por preservar la estabilidad y un clima de entendimiento

MARISA GOÑI / PALMA DE MALLORCA

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Un rayo fulminó la estatua de la Virgen que coronaba en las alturas la fachada de la iglesia de la barriada palmesana de El Pont d'Inca. A su párroco, Tomeu Suau, le preocupa más lo que pasa a ras de suelo. «Entiendo lo que pasa en Catalunya porque durante 30 años he ido  con los campamentos. Lo entiendo, pero de alguna manera no lo comparto», confiesa este sacerdote atípico y motero, uno de los pocos que todavía llena la iglesia de feligreses y de no creyentes, seducidos por su inmensa obra social.

Hijo de maestros, hace 34 años inició su ministerio en Lloseta y pronto fue destinado a Sa Indioteria, un núcleo rural de las afueras de Palma convertido en barrio periférico al desarrollarse el primer polígono industrial de España, el de Son Castelló, antes llamado de La Victoria. Los bloques de pisos se comieron la huerta y los mallorquines de toda la vida vieron instalarse a su lado a peninsulares en busca de provenir. Droga, bandas de delincuencia, desarraigo, choque de culturas... El barrio caminaba hacia el colapso y Suau buscó inspiración en otros lugares, como Catalunya, para construir comunidad de futuro implicando a todos. «Catalunya ha sido la avanzadilla en muchas cosas y los demás hemos ido a copiar. Yo fui a copiar el esplai. Tuve una chica que se rompió el brazo en un campamento del Pirineo y vino un helicóptero, dos médicos… Yo pensaba: esta gente sí qué está bien organizada. Entiendo que precisamente por todo esto intenten dar un paso más allá. Que este paso sea independizarse, no lo veo. Ahora se tiende a lo contrario, a la globalización, a unirse…», argumenta.

Desde la Transición, el PP balear solo ha sido apeado del poder autonómico en dos legislaturas gracias al acuerdo del resto de fuerzas políticas. El histórico Gabriel Cañellas situó a la derecha en el regionalismo, en un equilibrio entre la identidad española y la balear, e introdujo por unanimidad política la inmersión lingüística que ahora pretende enterrar el también popular José Ramón Bauzá por verlo como «una imposición catalanista». Su cruzada, unida a los recortes, ha recibido un dura contestación social que sacó a la calle a 100.000 personas. Aunque predomina la impresión de que Madrid nos roba, de que se pagan muchos impuestos y se reciben pocas prestaciones e inversiones, el sentimiento nacionalista e independentista es residual en el archipiélago, donde además nadie se siente balear, sino mallorquín, menorquín, ibicenco y formenterense.

Preocupación

De su contacto con los vecinos y los empresarios colaboradores de su proyecto, Suau concluye que la posibilidad de ruptura entre Catalunya y España preocupa, aunque tiene sus adeptos. «Crea una sensación de inestabilidad, de desesperanza, de no saber adónde vamos. Muchos dicen: 'pues que se vayan'. Otros: 'no, no puede ser'. Otros: 'hacen bien porque defienden lo suyo. Deberíamos hacer lo mismo'», apunta el sacerdote, cuyo punto de vista personal tiene poco de inamovible. «Dice el papa Francisco que hay que oler a cordero, y yo huelo a cordero. La Iglesia debe estar con el pueblo. Si estuviera en Catalunya, seguramente estaría apoyando la independencia porque estaría con la gente. Como estoy en Mallorca, apoyo lo que necesita la gente, y la gente quiere ilusión, esperanza, un clima de entendimiento y evitar todo lo que nos separe y haga daño», enfatiza.

Al recelo se suma la dificultad para discernir las claves. «Me siento muy manipulado. Hablan y hablan y nadie dice la verdad. Cuando oigo a Mas y al resto de quienes defienden la independencia, pienso que hay algo que no dicen. ¿Es el afán de poder? Dan argumentos, pero en el fondo no me los creo. Luego el Estado también da los suyos. Pero ¿qué hay detrás? Tampoco lo sé». Para el párroco, entre bambalinas se mueven otros intereses. «Siempre he pensado que hay diez señores que dominan el mundo, la economía, y tienen todo el poder. Somos marionetas en sus manos. La crisis está provocada para hacer más ricos y más pobres. Pienso que lo de España está provocado, lo de Catalunya, lo de Escocia…», sostiene Suau, que intuye «una lucha por el poder y el dinero» tras esas tensiones.

No obstante, se muestra comprensivo con los líderes políticos. «Nunca pienso que Mas o Rajoy actúan por maldad. Más de una vez creo que habrán pensado en sentarse a hablar, pero tienen sus presiones, sus entornos», comenta el párroco mallorquín, apoyado en su obra por gobiernos de izquierdas y de derechas.

Suau observa en este conflicto heridas de raíces profundas. «Se gestionan mal los sentimientos del pueblo. Hay una lengua, una cultura, una historia, una manera de ser y de vivir, y cuando vas contra eso hieres los sentimientos de las personas», sostiene. No obstante, invita a la superación de los agravios. «Yo tampoco quiero aprovecharme de mi historia y hacer una revancha porque hace 400 o 500 años pasó no sé qué. Es una equivocación juzgar la historia con los ojos de hoy», sentencia.

Respecto a la consulta, el párroco d'El Pont d'Inca y Sa Indioteriase muestra favorable, con matices: «A mí me gustaría que sí, que votaran». Pero cuestiona el papel del president de la Generalitat: «Lo que no pueden hacer es lo que ha hecho Mas, ponerse en contra de todos los españoles». Suau ve un futuro incierto, donde «se irá poco a poco a encontrar caminos» de confluencia, sin descartar «un cambio de la Constitución». Sin rotundidad, vaticina que «la independencia no llegará a ser». Y confiesa que a veces reza «para que todo vaya bien». 

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