EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL SOCIALISMO EN CATALUNYA

38 años de auge y caída del PSC

Primera reunión de la primera ejecutiva del PSC, en julio de 1978

Primera reunión de la primera ejecutiva del PSC, en julio de 1978 / periodico

XABI BARRENA / BARCELONA

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El carácter unitrino del PSC, por las tres fuerzas que la fundaron, la Federación Catalana del PSOE, el PSC (Congrés) y el PSC (Reagrupament), ha dado riqueza de matices al partido. Por llamar de alguna manera a las fuertes tensiones vividas. Con todo, el PSC es la historia de un éxito, cuyo punto culminante hay que buscarlo en el 10º congreso, en julio del 2004, cuando el partido atesoraba la presidencia del Parlamento Europeo, era el motor del cambio en España que había devuelto al PSOE a la Moncloa, contaba con un ‘president’ de la Generalitat, un alcalde de Barcelona y otros 3.000 cargos locales. Como tituló este diario entonces, "solo le faltaba el Barça". Desde entonces, el PSC inició un lento declive hasta nuestros días, en que puede presumir apenas de ostentar las alcaldías de L’Hospitalet, Tarragona y Lleida; de ser el tercer grupo en el Parlament, con un tercio de los diputados que tenía en el 2004, y siete escaños en el Congreso, lejos de los 25 del 2008. 

LOS INICIOS (1978-1982)

El asentamiento de la ‘realpolitik’

La federación catalana del PSOE, el PSC (Congrés) y el PSC (Reagrupament) unieron fuerzas en un ejercicio de ‘realpolitik’. Los dos primeros habían concurrido -y vencido- juntos a las primeras elecciones generales tras la dictadura. Reagrupament, el partido de Josep Pallach, de tintes más conservadores y catalanistas, se había aliado con CDC en el llamado Pacte Democràtic. El gran motor de la trinitaria unión fue el PSOE, que entendió que toda opción de llegar a la Moncloa pasaba por rebañar todo voto socialista del plato catalán, y la visión de Joan Reventós y Narcís Serra de articular un único partido socialista catalan.

Afianzado lo que entonces era aún el voto de la inmigración, los dos PSC aportaban matices y votantes que constituirían, con el tiempo, la famosa doble alma del Partit dels Socialistes. La primera gran trifulca llegó pronto, en 1980, en el segundo congreso, cuando el alma obrerista (los antiguos dirigentes del PSOE, como Carlos Cigarrán y Josep Maria Triginer) y la corriente unitaria de Raimon Obiols y Josep Maria Sala chocaron de frente. En lo electoral, el PSC había vencido las municipales y generales de 1979 y perdido las del Parlament de 1980 ante su ‘Moriarty’, Jordi Pujol.

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LA ‘PAX’ FELIPISTA (1982-1994)

El contrapoder de BCN y la eclosión Maragall

Mientras Felipe González iba ganando mayorías absolutas (1982-86-89), el PSC fue configurando su imagen de archienemigo de Jordi Pujol. Por un lado, tras la nominación olímpica, Pasqual Maragall emergió como el contrapoder al ‘president’. Un Maragall a quien, en palabras de un socialista de la época, "lo del nacionalismo le parecía casposo", retó en 1986 a Pujol con la recuperación de la Corporació Metropolitana de Barcelona, con himno y bandera propios. Pujol la disolvió de un plumazo y Obiols impidió al alcalde llevar la cuestión a los tribunales.

En paralelo, la propaganda convergente fue perfilando el dibujo de un PSC vendido a Madrid. La querella del Gobierno de González contra Pujol por Banca Catalana (1984) la ‘pagó’ el propio Obiols en sus carnes con una lluvia de huevos a la salida del Parlament. A la querella se sumó el recuerdo de la negativa, en 1981, de Ernest Lluch, portavoz del PSC en el Congreso (sí, el PSC tenía grupo propio), a presentar enmiendas a la LOAPA, una ley nacida tras el susto del 23-F y que quería poner coto a las ansias de catalanes y vascos. En las urnas, la época fue un continuo ‘déjà vu’: Maragall vencía en Barcelona y Obiols se ganaba a pulso su fama de ‘poulidor’.

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CAMBIO DE PODER (1994-2011)

Los ‘capitanes’ toman el mando de la nave

La inocuidad electoral de Obiols frente al poderío de los 'capitanes' territoriales en sus municipios trastocó el equilibrio de poder en el PSC. Fue en el séptimo congreso, en Sitges, un cónclave tan tumultuoso como lo fue el segundo y donde apareció, de nuevo, el carácter trinitario del partido. El obrerismo, ahora ya instalado en las alfombras del poder municipal, alcanzó la victoria, en buena parte por las diferencias entre el catalanista Obiols y el sector institucional, comandado por Narcís Serra y Pasqual Maragall, ‘hijos’ de Reventós. La negativa de Obiols a dejar de ser candidato motivó el alzamiento de los 'capitanes', que se saldó con el líder catalanista aún como primer secretario, pero con un pujante José Montilla, capitán de capitanes, como secretario de organización, en sustitución de Josep Maria Sala, más tarde encarcelado por el escándalo de financiación irregular más grave que ha sufrido el PSOE, el 'caso Filesa'.

Tras la euforia olímpica, Maragall dio muestras de querer dejar la alcaldía y pensar en objetivos mayores. Tras vencer a Miquel Roca (1995), marchó un año a Roma, de donde volvió como la gran esperanza del PSC. Y cumplió. Venció en votos, que no en escaños, por dos veces a Pujol y fue investido ‘president’ en el 2003, siempre bajo la mirada de los ‘capitanes’. Ese fue el momento en que el PSC tocó techo. La sustitución de Maragall por Montilla en el 2006 fue el inicio del declive electoral.

{"zeta-legacy-image-100":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/5\/3\/1478257943535.jpg","author":"JORDI COTRINA","footer":"Miquel Iceta y N\u00faria Parlon, tras conocerse el resultado de las primarias del PSC, el pasado 15 de octubre."}}

LA ESCISIÓN

El Estatut ‘cepillado’ y el ‘procés’

El recorte del Estatut, en el 2010, dejó al PSC en estado de 'shock'. "Tendríamos que haber vuelto a presentar el Estatut en el Parlament, presentar batalla", opina una fuente conocedora de los entresijos de la época. Montilla fue demolido en los comicios de tres meses después y quiso dejar la primera secretaría a Iceta al frente de la nave. En lugar de eso, el 'expresident' aún permaneció un año más, hasta que sectores de los ‘capitanes’ promocionaron a Pere Navarro como candidato de consenso.

Navarro chocó contra el proceso independentista, que se puso en marcha a los pocos meses de llegar a la primera secretaría. Por evitar choques con el PSOE, el nuevo líder se apeó del derecho a decidir, lo que provocó la escisión del alma catalanista del partido y la marcha de varios ‘consellers’ del tripartito. Navarro dimitióNúria Parlón amagóNúria Parlón con dar el paso y luego se desdijo y, al final, llegó Miquel Iceta,Miquel Iceta, que empezó como ‘fontanero’ de la Moncloa en los 80 y hace dos años se propuso contener la inundación en el PSC. En ello sigue.