Dolors Serra: «Francia ha puesto trabas»

Dolors Serra Kiel.

Dolors Serra Kiel. / ICONNA / JOAN CASTRO

NÚRIA NAVARRO / Barcelona

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Hasta la tarde del pasado miércoles, la Assemblea Nord-Catalana planeaba situar en el último punto del Principado, justo al final del Tramo 722, donde se alzan las antiguas garitas de la frontera, a Teresa Rebull, miembro del POUM, resistente en la Francia ocupada, amiga de Sartre y cantautora tardía. Un símbolo. Pero Rebull tiene 93 años y anda algo delicada de salud. Así que no dudaron en ofrecer el honor a Dolors Serra Kiel, viuda de Josep de Calassanç Serra, Cala, militante del independentismo radical exiliado desde 1979 en la Catalunya Nord, donde imprimió libros en catalán y fue un irreductible agitador del soberanismo -fue uno de los fundadores de la ANC- hasta que murió en diciembre del 2011.

Y Dolors, que compartió su destino y hoy es bibliotecaria del Centre de Documentació i Animació de la Cultura Catalana de Perpinyà, aceptó a la primera. Ella extenderá su mano izquierda al primer participante del tramo francés, que irá de El Pertús a El Voló, al que se han apuntado unas mil personas. Y está emocionada, pero también expectante, porque la centralista Francia, dice, ha puesto «trabas» a la Via Catalana. «Se pidió autorización al prefecto de Pirineos Orientales para que cerrara las carreteras a las tres de la tarde, como en el sur, y lo hará a la una. Eso supone bajar en autocar mucho más temprano por La Jonquera y subir antes de que cierren el paso», explica por teléfono desde Perpinyà.

Pero eso es una nadería comparada con la colosal maniobra de riesgo que ha sido su vida. Dolors Serra (Barcelona, 1953), conocida en su círculo político como La Negra -«siempre he llevado alguna prenda de ese color»-, nació en La Verneda, cuando La Verneda era un hervidero de lucha obrera. Aquel clima y su carácter -«soy inconformista y poco ortodoxa»- la empujaron a la insurrección. Se enroló pronto en el PSAN-Provisional, donde conoció a su marido, y más tarde, en Independentistes dels Països Catalans.

Al otro lado del Pirineo

Algo mayor que ella, su esposo estuvo vinculado al Arxiu y al Exèrcit d'Alliberament Català, el embrión de Terra Lliure. Perseguidos por indepententistas y por mostrar su solidaridad con los que huían de Euskadi, la pareja se refugió en el sur de Francia en 1975, ayudados por los monjes de Sant Miquel de Cuixà. Regresaron, pero en 1978 Dolors fue detenida y encarcelada por su oposición a la redacción y referendo de la Constitución española, y, «sobre todo, por causas pendientes», que purgó durante un mes en la cárcel. Franco ya no estaba, pero la incipiente democracia los mantenía en la lista negra. Debido a la implicación de su marido con Terra Lliure, en 1979 saltaron definitivamente a Francia. «Durante un tiempo no pudimos regresar porque sobre Cala pesaba orden de búsqueda y captura», explica. Él acabó siendo expulsado de la organización armada por desacuerdos sobre la estrategia y el matrimonio reorientó sus energías hacia otro escenario de batalla.

Los Serra fueron tejiendo complicidades y activando febrilmente proyectos con vistas a una independencia entonces quimérica. «Creímos que lo importante era crear estructuras que no pudieran deshacer los cambios de Govern», apunta. Así que arrimaron el hombro en la fundación de la Associació Arrels, que impulsa la única radio que emite en catalán en la Catalunya Nord y una escuela de infantil y de primaria catalanas; consolidaron el Casal Jaume I de Perpinyà, e imprimieron la obra de escritores catalanes residentes en una Francia que sigue sin anular el edicto de Luis XIV, de 1700, que dice que «el uso del catalán repugna y es contrario al honor de la nación francesa».«Pero, sobre todo, no hemos dejado de gritar que estamos aquí y que, pese a que muchos nos califican de asimilados por el Estado francés, o nos consideran inexistentes, todo lo que hemos hecho no solo no va de baja, sino que sigue germinando», subraya.

La bibliotecaria no se apea de su fe en ver la independencia soñada. Pero recela. «Francamente, tengo mucho miedo -confiesa-. Este mismo jueves el President de la Generalitat ya empezó a dar largas y a hablar de elecciones plebiscitarias en el 2016; eso es muy peligroso porque, aunque la sociedad civil hoy está muy animada, no sé si tendrá tanta cuerda. Es necesario que haya signos claros del impulso de un proceso tranquilo pero irreversible». Aun así, Dolors opina que los países pequeños tienen una posibilidad de futuro, «porque la economía acabará por entender  que es necesario delegar responsabilidades a las administraciones más próximas a la gente». Y en el caso de que el proceso no fuera un viaje a ninguna parte y que llegara el minuto cero de la construcción del país, pide a las instituciones y los partidos que tomen el pulso a la gente de la Catalunya Nord. «No lo han hecho nunca -lamenta-. Y sería de  agradecer porque somos los últimos del Estado francés y no querríamos ser los últimos en el proyecto de los Països Catalans».

Con ese deseo y una camiseta amarilla de la Associació Aire Nou de Bao -entidad dedicada a la cultura popular cuyo lema es nada menos que Arribar i Moldre-, estará el miércoles en la Via Catalana. Tampoco faltarán sus dos hijas y sus cuñadas, Blanca y Eva Serra, veteranas militantes independentistas que en 1982, bajo el Gobierno del PSOE, fueron detenidas y encarceladas por haber exhibido en una pancarta la palabra independència durante una manifestación por el centro de Barcelona.