La batalla por el poder en el Congreso precederá a la guerra por la investidura

Los presidentes del Congreso y Senado en la última reunión de las Cortes, para celebrar el día de la Constitución.

Los presidentes del Congreso y Senado en la última reunión de las Cortes, para celebrar el día de la Constitución. / periodico

PATRICIA MARTÍN / MADRID

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Mientras los partidos continúan con sus conversaciones a varias bandas para desencallar la legislatura y formar Gobierno, el 13 de enero se constituyen las Cortes de la undécima legislatura. Ese día empezará a verse claro quién amarra el poder en el Congreso. La fragmentación que han dejado las últimas elecciones generales puede provocar que, por primera vez en la democracia, el presidente de la Cámara baja no pertenezca al partido más votado. Tanto la tercera autoridad del Estado como quienes conformen la Mesa, que es el órgano de gobierno del Congreso, pueden tomar decisiones clave en una legislatura excepcional y alejada, si no es abortada por la repetición de los comicios, del rodillo parlamentario.

En la brevísima reunión que mantuvieron la pasada semana Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, el líder del PSOE ya comunicó al presidente en funciones que dará la batalla para hacerse con la presidencia del Congreso. Esta advertencia ha puesto en guardia a los populares, que han replicado que intentarán llegar a un acuerdo para quedarse dicha presidencia y que la Mesa, compuesta por nueve miembros (el presidente, cuatro vicepresidentes y cuatro secretarios), sea lo más plural posible. Los socialistas también han iniciado las negociaciones para lograr que el máximo número de partidos se ponga de su lado. A cambio, ofrecen el compromiso de reformar el reglamento de la Cámara.

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Las conversaciones para dirimir quién sustituirá a Jesús Posada al frente del Congreso y la composición de la Mesa comenzaron el pasado martes. Los portavoces del PSOE, PP e IU defendieron en ese primer encuentro la necesidad de que la pluralidad que ha emanado de las urnas quede plasmada en el Parlamento, pero todo está por negociar.

VOTACIÓN SECRETA

En el caso de que el 13 de enero no se haya fraguado un acuerdo, los socialistas tienen a priori más opciones que el PP de conseguir la presidencia, porque el reglamento favorece a uno de los grupos con más escaños y que despierte más simpatías. La votación se celebra entre los 350 diputados electos, en sobre cerrado y de manera secreta. Si en la primera votación ningún candidato obtiene mayoría absoluta, se efectúa una segunda ronda entre los dos aspirantes más votados, en la que solo es necesario mayoría simple.

En este caso, si se enfrentase un diputado propuesto por el PP y otro por el PSOE, parece más sencillo que Podemos y los nacionalistas confíen en un aspirante socialista. Ciudadanos, mientras tanto, se reunió con el PP el pasado jueves y considera que "sería muy bueno para la regeneración que el presidente del Congreso fuera alguien de color político diferente al del Gobierno".

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Pero todo está abierto y no es descartable que la presidencia acabe en manos de un grupo menor, tras algún tipo de acuerdo con alguno de los mayoritarios. En este contexto, los populares tienen muchas papeletas de perder también la mayoría en la Mesa. Fuentes del PP admiten que podrían pasar de los cinco cargos actuales a dos.

El mando en la Cámara baja es trascendental en la ordenación de los debates y el bloqueo o tramitación de las iniciativas de los grupos. El PP, por ejemplo, vetó la pasada legislatura más de 70 comparecencias de Rajoy, para evitarle tener que dar explicaciones por el ‘caso Bárcenas’, pero también por asuntos de actualidad como el rescate bancario y la crisis del ébola.

PODEMOS, ¿CUÁNTOS GRUPOS?

Una de las primeras decisiones a las que se enfrentará la futura Mesa es si acepta que Podemos conforme varios grupos parlamentarios, para dar voz propia a las fuerzas territoriales con las que ha concurrido en coalición (En Comú Podem en Catalunya, En Marea en Galicia y És el Moment en Valencia), con las que se comprometió a defender que tengan una representación autónoma. Los satélites de Podemos han conseguido los requisitos formales que establece el reglamento del Congreso (cinco diputados y el 15% del voto en las circunscripciones donde se han presentado), pero depende de la discrecionalidad de la Mesa, que debe decidir si se consideran o no el mismo partido, y en tal caso no podrían tener grupo separado.

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La mayoría de los partidos no comparten que los podemistas tengan varios grupos y, por tanto, más posibilidades de interpelar al Gobierno, presentar iniciativas o intervenir en las sesiones, pero la negociación aún no ha comenzado. En esa lucha, Alberto Garzón dará su propia batalla. El candidato de Unidad Popular tratará conseguir un grupo propio y no ir a parar al Mixto, a pesar de que dispone solo de dos escaños. Una de las bazas que podría jugar es solicitar a los diputados de IU que se aliaron con Podemos en Galicia y Catalunya que no sumen para En Marea ni a En Comú Podem y vuelvan a su partido de origen. La negociación es compleja.