La precampaña catalana

Independentismo en el diván

La lucha de egos dificulta una coalición entre Laporta y Carretero que ERC mira desde la distancia

Joan Carretero y Joan Laporta se saludan en la asamblea de Reagrupament celebrada el pasado marzo en el Palau de Congressos de Catalunya.

Joan Carretero y Joan Laporta se saludan en la asamblea de Reagrupament celebrada el pasado marzo en el Palau de Congressos de Catalunya.

JOSE RICO / Barcelona

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Al independentismo le sucede algo peculiar. Cuando toca a rebato y ordena dar imagen de unidad para capitalizar una movilización transversal, el resultado es exitoso. Véase la manifestación del 10-J tras la sentencia del Estatut. Sin embargo, cuando se trata de dar idéntica muestra en las urnas, no solo no hay toque de silbato, sino que las consignas llaman a seguir caminos diferentes. Es la sempiterna atomización del espectro secesionista, en el que la convivencia entre las distintas opiniones de cómo llegar a la anhelada ruptura con España es todo menos armónica. A pocos meses de los comicios, el frente tiene que decidir a qué flautista de Hamelín sigue, y lo único seguro es que se llamará Joan. El apellido se lo disputan Puigcercós, Carretero y Laporta. Una coalición que los agrupe a todos parece una quimera, pues la lucha de egos es un obstáculo difícil de superar cuando las encuestas reflejan un repunte del sentimiento independentista.

Laporta, el último en salir al terreno de juego, fue el primero que propuso una gran coalición. Tras haberle pedido la mano a Carretero en marzo, elsí, quieronunca llegó. «Si Laporta no va con Reagrupament, Reagrupament irá con Laporta», profetizaba en marzo elexconseller.Pero Mahoma y la montaña no se acercaron. Carretero dilató los plazos para aprobar su candidatura a la espera del expresidente del FC Barcelona, pero este dio pronto un paso atrás: había que crear un partido nuevo. No le valía Reagrupament.

APUESTA DE RIESGO / No había agua suficiente en la piscina como para lanzarse, y la apuesta es a cara de perro. El presidente del Barça de las seis copas no puede terminar estrellado en la política. Y quizá Carretero no era el mejor compañero de viaje. Así que Laporta hizo un quiebro y convirtió la idea de un tándem con Reagrupament en una amplia candidatura independentista que integrase hasta a nueve partidos, incluidos CiU, ERC e ICV. Arguyó «dificultades» de última hora con Carretero para justificar el nacimiento de Solidaritat Catalana.

¿Qué tipo de dificultades? Los pretendientes olvidaron que los polos iguales se repelen. Carretero fue elconsellermás díscolo del tripartito de Pasqual Maragall –expulsado del Govern por descalificar a José Luis Rodríguez Zapatero– y el militante que más zarandeó a las bases de ERC contra su dirección –quedó segundo tras Puigcercós en el congreso del 2008–. Laporta ha sido el presidente culé cuya gestión ha generado mayor controversia, como demuestra el gran número de directivos que le dieron la espalda en siete años.

En definitiva, el independentismo exprés –defensor de la proclamación unilateral de la independencia desde el Parlament– se debate entre dos carácteres fuertemente personalistas. No en vano, Carretero considera a Solidaritat una «fotocopia» de Reagrupament. Ciertamente, existe temor en las huestes carreteristas de que Laporta les gane la batalla de la imagen. Crea en ello o no, el expresidente del Barça usa con inteligencia la baza de la democracia interna y la transparencia para dejar claro que no es como Carretero. Plantea listas abiertas y primarias para confeccionar su candidatura, algo de lo que elexconsellerno quiere ni oír hablar.

El líder de Reagrupament plasmó sus formas a principios de año en un episodio que dilapidó buena parte de su imagen. Amenazó con dimitir si no renunciaban cuatro directivos que se negaban a acatar sus órdenes. Ganó ese órdago, como otros tantos, pero la credibilidad de sus proclamas a favor de la regeneración democrática se debilitó.

PURGA DE «ENEMIGOS» / Por si a algún afiliado le quedaban dudas, Carretero se las resolvió en la asamblea del partido: «Si queréis que encabece el proyecto, no aceptaré enemigos en mi lista. Solo gente de confianza». Es decir, listas cerradas. Mejor dicho, lista cerrada, porque elexconsellervetó también una votación por demarcaciones, como pedían los rebeldes purgados, y ahora quiere Laporta.

Así las cosas, el pulso se decanta a favor del expresidente azulgrana, que no solo logra ya atraer a reagrupados, sino también que estos dejen constancia escrita de sus reproches a Carretero: «Autoritarismo», «falta de democracia interna», «listas a dedo»... Eso le da ventaja en la negociación de esa eventual coalición, que, con la ley en la mano, deberá registrarse antes de la Diada si las elecciones son el 24 de octubre.

Además, son muchos los que no acaban de ver a Carretero y Laporta en el Parlament, de comisión en comisión y de pleno en pleno. Sugieren que tras actuar de ganchos electorales dejarán paso a segundas figuras más avezadas en el ritmo parlamentario. Un perfil en el que encajan mejor los escuderos de Laporta, Uriel Bertran y Alfons López Tena, ambos procedentes de máximos órganos de ERC y CDC.

ESCORADO A LA DERECHA / El tercero en discordia, Esquerra, observa los movimientos desde la distancia. Puigcercós, que en dos años ha doblegado a los carodistas y ha forzado la salida de los críticos, se aferra a la izquierda, convencido de que Carretero y Laporta pescan en el mismo río conservador que CiU. Y mientras ERC exhibe obra de gobierno, sus rivales solo hablan del día de la independencia. Ni del de antes, ni del de después.