Al contrataque

Zaz

MANEL FUENTES

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Cerraba el festival de música Cruïlla en el Fòrum a pocas horas de que empezara la final del Mundial de Brasil. La colonia francesa afincada en Barcelona la esperaba, pero también un grupo nutrido de autóctonos que a través de canciones como Je veux, hacía tiempo que le seguíamos la pista. Llenó. Y es que Zaz emociona. Reta. Mueve y remueve.

Con una voz prodigiosa y quebrada a voluntad, transmite fuerza, rebeldía, verdad y dulzura mientras se viste de acróbata, de bailarina gitana, de colibrí, de boxeadora, de médium o de campanilla. Podría ser la protagonista canalla de la toma de la Bastilla. La camarera confidente que sin ser de nadie tiene a todos los clientes del bar pendientes de ella. Esa que sigue luchando por sus sueños y por que su vida valga la pena con una voz que muestra las heridas del alma mientras sigue persiguiendo un futuro mejor. La que está conectada con su entorno. La niña enfadada con el mundo tras descubrir los trucos y atajos de un sistema que ella querría mejor. La niña que descubre aliados entre su público para armar la revolución. En sus ojos, en sus gestos y en sus canciones hay una búsqueda constante, sin confort ni descansillos artificiales. Hay burla. Hay fiesta. Hay pasión.

Bien acompañada por músicos e instrumentos variopintos, transforma el escenario en un garito de jazz, una fiesta arabesca o un cabaret, pero Zaz es de otra naturaleza. En sus compañeros vemos el oficio, las tablas y el virtuosismo, pero no esa tormenta que solo ella contiene y hace estallar a discreción. Los músicos son sus confidentes. La conocen y la cuidan, pero la lucha es suya.

Beber la vida

Seguro que no resulta fácil ser Zaz. Tener siempre una mirada exigente frente a la vida. Quererla pura. No edulcorarla. Aceptarla y rebelarse ante lo que no le gusta, sabiendo hasta dónde llegan las fuerzas para no recaer en el cinismo ni en la desesperación. Esa manera de beber la vida, le exige y la conecta ante un público que la acoge en su papel de heroína. Zaz se muestra a pulmón y a pulmón es analizada. Domina la escena, la voz, el discurso, el grito, la confidencia y siempre encuentra la manera de compartir sus pensamientos e historias. Humedece los ojos de su público mientras habla, recita, canta o sonríe con la libertad de los vagabundos. Esta conectada a la vida y así nos seguirá cautivando, mientras sea realmente eso lo que comparte con nosotros. Hoy no nos cuesta imaginar que su casa sea el mundo y el techo de su cuarto, el cielo estrellado.

Ya hace dos semanas que la caravana zíngara de Zaz levantó el campamento en Barcelona y se marchó  a otros lugares a mostrar su circo, su canallismo y su alegría. Zaz es inquieta y potente. Sostener la pasión y la verdad es su reto. Y tal vez el de todos.