'win-win'

CARLES CAMPUZANO

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Estrictamente no es ninguna novedad la afirmación del president Mas que la solución al conflicto entre Catalunya y España necesita una resolución que responda a la idea 'win-win'. Pero ciertamente, después del rechazo del pasado 8 de abril por parte de socialistas y populares de la Proposición de ley orgánica de la delegación a la Generalitat de la competencia para autorizar, convocar y celebrar un referendo sobre el futuro político de Catalunya, tiene todavía más valor una expresión de estas características. Supone reiterar la necesidad de diálogo y el pacto en el marco de las leyes vigentes para encarar la solución del principal problema político que tiene hoy España.

Como no puede ser de otro modo, la posición catalana, que expresan y representan el presidente y el Parlamento, ha repetido a lo largo de estos dos últimos años que las aspiraciones de la sociedad catalana se tienen que canalizar por la vía de la democracia y el respeto a las leyes. O como muy bien supo expresar el portavoz del PNV en el debate de aquel 8 de abril al Congreso de los Diputados, el amigo Aitor Esteban, estamos hablando del derecho a decidir y de la obligación de pactar cuando pretendemos resolver las relaciones entre Catalunya y España.

De hecho, en el preámbulo de esta misma proposición de ley que se debatió en el Congreso, y en relación a la delegación de competencias para celebrar un referendo, se afirma que la naturaleza consultiva de dicho referendo en cuestión y el hecho que la delegación estuviera destinada “a iniciar un proceso democrático, y no a definir por sí mismo una realidad jurídica que dependerá de la negociación política posterior y de aplicación de los resultados del referendo de acuerdo con el principio de legalidad y sin excluir, naturalmente, los procesos de reforma constitucional”, sitúa en la lógica del pacto la resolución del conflicto.

Nos tendremos que continuar moviendo en este terreno de la voluntad de acordar; por la coherencia democrática del catalanismo, por la tradición política pactista de Catalunya y, sobre todo, por la responsabilidad con el país. Nadie puede pretender abocar el país al terreno de las incertidumbres, y todavía menos aquellos que defendemos la idea que la voluntad de ser y de autogobierno de la sociedad catalana tiene que ver con la prosperidad y el progreso de su gente.

Desde este punto de vista, en política es falsa la dicotomía de escoger entre soluciones sencillas y simples ante soluciones complejas y difíciles. Aquellos que lo afirman seguro que lo hacen desde la buena fe, pero si algo hemos aprendido de la historia es que nunca se ha resuelto nada bajo la premisa que es más sencilla una opción que otra; menos aún un conflicto político de la naturaleza de las relaciones entre Catalunya y España, que por el carácter de las realidades sociales e históricas catalanas y españolas no puede resolverse de manera fácil. Si todo ello fuera fácil y sencillo, seguramente haría décadas que se hubiera resuelto.

En cualquier caso, sabemos que estamos viviendo, con toda seguridad, los momentos más decisivos de nuestra historia, y la principal exigencia que hay que tener con nosotros mismos es la de continuar esforzándonos en hacer realidad aquel viejo eslogan que dice: “el trabajo mal hecho no tiene futuro, el trabajo bien hecho no tiene fronteras”. La firmeza y la claridad de la posición del president Mas es la mejor muestra.