Editorial

Vuelve la hora del vermut

Recupera señas de identidad amenazadas por la apisonadora de las grandes franquicias gastronómicas, mientras que impulsa nuevos hábitos sociales

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Pocas bebidas arrastran consigo una carga tan profunda de rito social y ceremonia gastronómica como el vermut del aperitivo. Acorralado en los ultimos años por las globalizadoras modas y tendencias, el vermut -y sus imprescindibles tapas de acompañamiento- ha sobrevivido en muchas zonas de Catalunya hasta poder vivir el actual y espectacular auge protagonizado por una nueva generación de adeptos. En Barcelona la misa laica de tomar el vermut ya se ha convertido en todo un fenómeno. Aumenta de forma espectacular el número de vermuterías y se recuperan antiguas bodegas y tascas de toda la vida consideradas ya pequeños espacios de culto.

Esta apoteosis del vermut va acompañada del resurgimiento de sus industrias paralelas: el consumo de aperitivos en conservas se dispara y hasta resucitan los sifoneros de antaño, cuyos envases casi se habían convertido en piezas de museo. Las empresas tradicionales de producción de la bebida , ubicadas en el Maresme o la zona de Reus, viven una nueva edad de oro y sus cuentas de explotación así lo demuestran.

Debe ser bien recibida esta fiebre del vermut. Recupera señas de identidad amenazadas por la apisonadora de las grandes franquicias gastronómicas, mientras que impulsa nuevos hábitos sociales. La festiva ceremonia del aperitivo se convierte muchas veces en el foro donde se desarrollan relaciones interpersonales difíciles de cultivar con las rutinas de la jornada cotidiana.