El desafío soberanista

Un vivo muy muerto

La puerta de la unilateralidad se abrirá en Catalunya esta semana con el anuncio de la pregunta y la fecha del referéndum

Reunión del Pacte Nacional pel Referèndum, el pasado 1 de febrero en el Parlament.

Reunión del Pacte Nacional pel Referèndum, el pasado 1 de febrero en el Parlament. / periodico

Josep Martí Blanch

Josep Martí Blanch

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¿Qué esperar de una reunión cuando sus principales asistentes explican abiertamente antes de acudir a la cita que no esperan gran cosa de ella? Nada. Pues bien, esto es justamente lo que ha dado de sí la última reunión del <strong>Pacte Nacional pel Referéndum</strong>: nada. Su trabajo sustancial finalizó el 19 de mayo, con un acto solemne en el que se exhibieron las 500.000 firmas a favor de la consulta y el coordinador de la entidad, Joan Ignasi Elena, interpeló a Carles Puigdemont para que gestionase a partir de ese momento el legado que se le entregaba.

El Pacte es un paraguas útil para cobijar a todas las entidades, partidos e instituciones favorables al derecho de autodeterminación de Catalunya y demostrar que la gran mayoría de la sociedad catalana quiere opinar de manera vinculante sobre su futuro político, pero sus costuras quedan hechas trizas cuando más allá de expresar un deseo llega el momento de tomar decisiones prácticas para su implementación. Decisiones que quedan en manos del Govern y del Parlament.

Que la comisión ejecutiva del Pacte Nacional pel Referéndum se haya disuelto es pues razonable y comprensible, puesto que su labor ha finalizado. A partir de ahora, el Pacte ha entrado en la categoría de un vivo muy muerto. Vivo, porque formalmente seguirá existiendo; pero muerto, muy muerto, porque ya no tiene ningún trabajo que hacer. La única utilidad del Pacte en el futuro más cercano es que seguirá existiendo una mesa de negociación y acuerdo en la que 'comuns' y 'podemitas' seguirán manejando su ambigüedad respecto a una consulta no acordada. Ambigüedad que en los últimos días ha tocado techo con un discurso que viene a decir que estarán al lado de un referéndum unilateral siempre que no sea un referéndum.

LA TRACA FINAL

La puerta de la unilateralidad se abrirá en Catalunya esta semana (el Estado siempre ha sido unilateral) con el anuncio de la pregunta del referéndum y la fecha de su celebración. El Parlament ya ha aprobado también en comisión la reforma del reglamento que permite la tramitación de leyes a través de la lectura única y en 24 horas. Todo está preparado para la traca final. Queda por saber si la mecha prenderá bien y la pólvora está seca. 

Una parte importante e influyente del soberanismo ha convertido, aun a riesgo de restarse apoyos, en insulto la palabra 'procesista' y pide acabar como sea la partida. El referéndum unilateral con fecha cerrada encaja en esta visión. El Pacte, por la gran tranversalidad que aglutina, solo podría tener continuidad si se hubiese impuesto, en lugar del «tenim pressa» y el «ara o mai», una visión más similar al éxodo de Moisés, que acabó bien, pero tras andar 40 años dando tumbos por el Sinaí. Cada uno escoge ganar o perder como quiere, puede y sabe. Junts pel Sí y la CUP han elegido un camino, el entorno de los 'comuns' y Podem, otro. Y no son compatibles. Xavier Domènech Albano Dante Fachín lo dejaron claro. A ellos la reunión les sirvió para pedir apoyos a la moción de Podemos para echar a Rajoy