Violencia machista

Victòria, 'in memoriam'

Que de tu muerte brutal aprendamos una lección: no se debe regresar a casa de un maltratador ni escuchar sus promesas falsas

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SÍLVIA CÓPPULO

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Él era uno de los nuestros, aunque fuera un asesino. Al principio, los Mossos no confirmaban que te había matado a fuego de una escopeta mientras dormías de madrugada, para dispararse él mismo a continuación. Ni decían tu nombre, ni se atrevían a explicar claramente que este crimen, como tantos otros, era pura violencia machista, porque él era uno de los nuestros, aunque fuera un asesino. Así que quisimos pensar que se trataba de un suicidio compartido a la manera romántica y desesperada de Stefan Zweig y su esposa Lotte, y nos entretuvimos en explicar las grandes obras que tu marido había realizado en el campo del periodismo. Hemos sido injustos contigo, Victòria. Por eso ahora me atrevo a escribir tu nombre, para que vivas en nuestra memoria con luz propia. 

En el CAP Montnegre de Les Corts, tus pacientes te adoraban. Discreta en lo personal y siempre vital, hacía 15 años que los escuchabas con una leve sonrisa. Eras la médica de familia que curaba contagiando optimismo, tú, que vivías una auténtica enfermedad en casa. Hacía poco que te habías separado, pero, generosamente, volviste por un tiempo al hogar conyugal, para cuidar de tu marido recién operado a corazón abierto. Tenías 57 años y soñabas con una vida en libertad. Él lo sabía, por eso te mató e, henchido de vanidad, se atrevió a dejarlo escrito en una nota: no quería que nunca dejaras de ser de su propiedad. ¡Quién habla de amor! Todas las Victorias del mundo saben que no es fácil romper cadenas y que da mucha vergüenza explicar la propia vida cuando tú eres una mujer culta y profesional, y él, un hombre que se codea con el poder. 

Que de tu muerte brutal aprendamos una lección: no se debe regresar a casa de un maltratador ni escuchar sus promesas falsas, tanto si está enfermo como si está en peligro de muerte. El deber es marcharse lejos, lejos. Pero, sobre todo, antes, en el calvario del día a día de malos tratos, hay que saber sacarse de encima las culpas mal entendidas, mirar hacia adelante y caminar para pedir ayuda. Hay personas como tú, Victòria, que saben escuchar.