El unionismo en Catalunya deja de ser silencioso

"Sería mucho más lógico que los convocantes hubieran elegido el 6 de diciembre, día de la Constitución, en lugar del 12-O, para aglutinar a más catalanes contra el independentismo"

Un momento de la manifestación de ayer en la plaza de Catalunya. Al lado, Alicia Sánchez-Camacho y Albert Rivera, en el acto.

Un momento de la manifestación de ayer en la plaza de Catalunya. Al lado, Alicia Sánchez-Camacho y Albert Rivera, en el acto.

JOSÉ ANTONIO SOROLLA

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Por segundo año consecutivo, los partidarios de la unidad de España en Catalunya salieron a la calle para responder a las gigantescas manifestaciones independentistas de las dos últimas Diadas. Aunque la desproporción es evidente, el unionismo ha dejado de ser silencioso en Catalunya porque, además de su presencia en la calle, se anuncia una campaña organizada por el PP catalán para contrarrestar las "mentiras del independentismo" y ofrecer a los catalanes argumentos para permanecer en España.

La Guardia Urbana de Barcelona, dependiente del ayuntamiento gobernado por CiU, cifró en 30.000 los manifestantes del sábado en la barcelonesa plaza de Catalunya. Lejos de la cifra ofrecida por la Delegación del Gobierno central (105.000), el dato de la policía municipal, sin embargo, multiplica por cinco el facilitado hace un año (6.000 manifestantes). La representación del Gobierno central cifró en 65.000 los concentrados en 2012.

Más allá de la inevitable guerra de cifras, lo cierto es que la manifestación de este año superó a la de 2012, en consonancia con la radicalización del proceso soberanista, pero las dos quedan a años luz de las multitudes reunidas por los independentistas que, aunque es improbable que alcancen los 1,5 o 1,6 millones contabilizados por los organizadores, reunieron a cientos de miles de catalanes que reclamaban la independencia (o al menos el llamado derecho a decidir) en la calle.

Razones de la desproporción

Esta desproporción no se explica únicamente por el apoyo oficial (instituciones y medios de comunicación públicos) a unos frente a la indiferencia ante los otros (Intereconomía fue el único canal televisivo que dio la manifestación unionista en directo). Muchos catalanes que defienden la unidad de España no estuvieron el sábado en la plaza de Catalunya, concentración que solo fue apoyada por dos partidos parlamentarios, el PP y Ciutadans.

Tanto José Domingo, exdiputado de Ciutadans y portavoz de la plataforma 'Som Catalunya. Somos España', como Alicia Sánchez-Camacho, líder del PPC, y Albert Rivera, dirigente de Ciutadans, reprocharon a los socialistas catalanes y a Unió Democràtica (UDC), el aliado de Convergència, su ausencia de la manifestación, dado que ambos partidos son contrarios a la independencia (uno, el PSC, defiende la España federal, y el otro, UDC; la España confederal).

¿Por qué los militantes o simpatizantes socialistas o democristianos prefieren no mezclarse con los seguidores del PP y de Ciutadans? En primer lugar, porque una cosa es defender la permanencia en España y otra apoyar el statu quo, posición inequívoca en el PP y más matizada en Ciutadans.

En segundo lugar, porque la fecha elegida no contribuye a la unidad. El Doce de Octubre, Día de la Hispanidad y antes Día de la Raza, es sentido como algo ajeno por la mayoría de los catalanes, que tampoco asumen como propia la bandera rojigualda o la Marcha Real (el himno nacional), sobre todo por la utilización histórica, y especialmente por el franquismo, de estos símbolos. No hace falta ser independentista para comulgar con esta actitud de lejanía. Hay muchos catalanes que rechazan la bandera estelada, pero no por ello van a colgar la española en sus balcones.

Tampoco ayuda el significado que se quiere dar al término unionismo, extraño hasta ahora en España, tanto como habitual en el Reino Unido para calificar a los protestantes de Irlanda del Norte. Y menos cuando algunas pancartas de los ultraderechistas que se manifestaron también en Barcelona, en Montjuïc, separados de los concentrados en la plaza de Catalunya, reivindicaban para sí el concepto.

Numerosos catalanes que se sienten al mismo tiempo españoles no se identifican en absoluto con el 12-O. Sería, pues, mucho más lógico que los convocantes eligieran el 6 de diciembre, día de la Constitución, para defender la unidad de España si quieren ampliar la participación a quienes desean convivir en el mismo Estado, aunque aboguen por una forma distinta de organizarlo territorialmente.

'Somos 47 millones'

En cualquier caso, las posiciones políticas no se imponen solo con las manifestaciones. Y menos con el silencio o la indiferencia. Por eso el PP catalán ha iniciado una campaña contra la independencia bajo el lema Som 47 milions (la población española) con la misma grafía que utilizó la Generalitat (Som 6 milions) en la época de Jordi Pujol. Los dirigentes del PP presentes en la plaza de Catalunya lucían ya camisetas azules con ese eslogan.

El partido encabezado por Sánchez-Camacho ha puesto en marcha la página web 'Derecho a Saber', en contraposición al Derecho a Decidir, en la que pretende combatir las "mentiras" del secesionismo y lanzar mensajes positivos para convencer a los catalanes de que es mejor seguir en España. El PP cuestiona las cifras del déficit fiscal que han originado la ofensiva e inexacta consigna España nos roba, acusa a los nacionalistas catalanes de falsificar la historia de la guerra de sucesión de 1714 y denuncia las subvenciones oficiales a las entidades soberanistas.

La campaña, a la que Sánchez-Camacho ha arrastrado a un PP nacional hasta ahora pasivo, forma parte de la nueva estrategia de respuesta al soberanismo, que incluye una lectura "abierta" del artículo segundo de la Constitución, que distingue entre "nacionalidades" y "regiones", lo que favorecería un trato "singular" a Cataluña, aunque sin privilegios, con una mejora de la financiación que limitase la solidaridad interregional.

La primera exposición pública de esta propuesta, sin embargo, acabó en un fiasco, ya que la líder del PP catalán fue desautorizada por la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y criticada por varios barones regionales y algunos ministros. Sánchez-Camacho, no obstante, dice contar con el respaldo del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y con el de ministros como Cristóbal Montoro, quien no descalificó sus propuestas y se comprometió a publicar antes de fin de año las balanzas fiscales para desmontar los argumentos de Artur Mas sobre el déficit fiscal.

La iniciativa de Sánchez-Camacho está en la línea de quienes aseguran que el Gobierno del PP ha entendido, por fin, que "algo hay que hacer" para combatir el independentismo catalán. Las resistencias, sin embargo, son y serán enormes si se dan pasos sustanciales. Para aviso a navegantes no hay más que leer el último editorial de la revista Cuadernos de Pensamiento Político, órgano de FAES, la fundación presidida por José María Aznar.

La revista afirma que la Constitución no puede asimilar "más relatos identitarios arbitrarios como los puestos en circulación por el nacionalismo en su radicalización actual", ni puede asumir nuevas pretensiones de asimetría "sin comprometer irremediablemente el principio político" que le da origen y la legitima. "No cabe tampoco disolver más el principio de solidaridad ni la unidad efectiva" en la formación de la voluntad política de la nación española, sentencia FAES. 

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